por admin | Ene 6, 2020 | Inteligencia Emocional
¿Eres de los que dice que tiene un cerebro propenso a la ansiedad? En este caso seguro que cuando presentas una nueva idea, tu primer instinto es pensar en qué podría salir mal.
Si compartes estas tendencias, no necesariamente podrías cambiarlas, pero deberías hacerlo. Probablemente sea que tus valores no estén reforzados de forma positiva, como, por ejemplo, en relación con la diligencia y la sensibilidad a los demás.
Sin embargo, puedes aprender a reconocer cuándo estás viendo a través de los anteojos de la ansiedad y ajustar tu forma de pensar para que no te limite. Aquí hay algunas formas comunes de ansiedad que pueden causar problemas en el trabajo y además te mostramos sugerencias para minimizarlos.
Juzgas mal la opinión que otros tienen de ti.
Las personas ansiosas tienden a preocuparse de no gustar a los demás o que no los vean como personas talentosas. Por ejemplo, digamos que un compañero de trabajo no te saluda tan calurosamente como a los demás. Por lo tanto, asumes que a la persona no le gustas. Pero de manera realista, hay otra posibilidades: tal vez son más cálidos con las personas que conocen mejor.
Como no te gusta, evitas a esa persona, pero entonces pueden sentirse desairados y llegar a la conclusión de no se gustan entre ambos. En cambio, es importante reconocer cuando estás interpretando una situación interpersonal sin una sólida evidencia, y alejarte de ese pensamiento.
Estás a la defensiva sobre los comentarios.
Las personas ambiciosas a menudo son impulsadas a tener éxito, por lo que quieren comentarios que les ayude a mejorar, pero tienden a la catástrofe, lo ven como un indicador y lo relacionan con estar condenados al fracaso. Si esto no te suena, intenta estar más abierto a las críticas. La otra manera es reconocer como no hacer las cosas y obtener una manera de sentirse más cómodo en estos escenarios. Una solución sería, por ejemplo: Te resulta difícil recibir críticas de nuevas personas, pero has de mirar la otra la parte buena donde también encuentras nuevas perspectivas valiosas, así que estás dispuesto a tolerar la ansiedad que eso conlleva.
Evitas situaciones y luego te perciben como difícil.
Tendemos a evitar las cosas por las que estamos ansiosos y luego nos sentimos avergonzados por la evitación, lo que hace que no seamos claros en nuestra comunicación. Este problema puede manifestarse en formas grandes y pequeñas. Tal vez te sientas incómodo al responder a un correo electrónico tan dilatado que no deja la impresión de que eres confiable y organizado.
No siempre recibirás la comprensión que esperas, pero la transparencia reduce el estrés, aumenta la confianza, y a menudo, es percibido como valiente y auténtico, por eso hay que dejar ver la persona honesta que llevas dentro.
Reaccionas negativamente cuando se te presentan ideas inesperadas.
Si tu primer pensamiento cuando se te presentan nuevas ideas es considerar los riesgos, las desventajas y las razones por las que tus ideas no funcionarán, es probable que otras personas se den cuenta de su instinto y, lo que es peor, que lo perciban como negatividad no deseada.
Si eres uno de estos detractores, te recomendamos entrenarte para dar tu opinión. Hacerlo, ayudará a su cerebro a mejorar el pensamiento equilibrado y te beneficiará en general. Luego podrías mencionar tus preocupaciones, pero terminando con una nota positiva.
La ansiedad puede motivar a las personas de manera muy positiva: por ejemplo, el miedo al rechazo puede hacerte trabajar más duro y valorar profundamente las relaciones. Ser sensible, cauteloso y cuidadoso puede mejorar su desempeño en tareas difíciles. Cuanto mejor comprenda cómo funciona su ansiedad, podrá maximizar más estos aspectos positivos y minimizar los negativos para que se acepte más a sí mismo y sea capaz de manejar los desafíos que surgen en el trabajo.
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por admin | Dic 23, 2019 | Habilidades 4.0, Inteligencia Emocional
Nos pasamos más de la mitad de nuestra vida trabajando, en la mayoría de los casos lo hacemos por supervivencia, para mantenernos a flote, y acabamos perdiendo de vista nuestra felicidad, y sin darnos cuenta la auto saboteamos. Entonces deberíamos preguntarnos ¿por qué aceptamos trabajos insatisfactorios, altos niveles de estrés, agotamiento inminente e infelicidad crónica? ¿Por qué no nos defendemos?
Múltiples factores explican este malestar contemporáneo. La Asociación Americana de Psicología descubrió a principios de 2017 que los estadounidenses informan más estrés que nunca debido a la política, la velocidad del cambio y la incertidumbre en el mundo. Pero no siempre son las fuerzas externas las que nos empujan fuera de la línea de la felicidad. A veces nos lo hacemos a nosotros mismos. Muchos de nosotros caemos en «trampas de felicidad» comunes: mentalidades destructivas y formas de trabajo que nos mantienen atascados, infelices y, en última instancia, menos exitoso. Tres de las trampas de felicidad más comunes son la ambición, hacer lo que se espera de nosotros y trabajar muy duro, parecen productivas en la superficie, pero son perjudiciales cuando se llevan al extremo.
LA TRAMPA DE LA AMBICIÓN
Lograr objetivos y avanzar en nuestras carreras nos empuja a ser y hacer nuestro mejor esfuerzo. Pero cuando la ambición se combina con la hipercompetitividad y un enfoque centrado en ganar, nos metemos en problemas. Nos volvemos ciegos al impacto de nuestras acciones en nosotros mismos y en los demás; las relaciones están dañadas y la colaboración sufre; comenzamos a perseguir objetivos en aras de alcanzar objetivos; y el trabajo comienza a perder su significado.
LA TRAMPA «DEBO»
Hacer lo que creemos que deberíamos hacer, en lugar de lo que queremos hacer, es una trampa en la que todos corremos el riesgo de caer en algún momento de nuestra vida laboral. Es cierto que algunas de las reglas no escritas, que dan forma a nuestras carreras, son positivas, como completar una educación para que podamos ayudar a nuestras familias o observar la puntualidad y la cortesía en el trabajo. Pero muchas de las normas de nuestro lugar de trabajo, los ‘debería’, nos obligan a negar quiénes somos y a tomar decisiones que obstaculizan nuestro potencial y sofocan nuestros sueños.
Para tener éxito en la mayoría de las empresas, las personas tienen que obedecer los deberes sobre cómo vestirse, cómo hablar, con quién asociarse y, a veces, incluso cómo tener una vida fuera del trabajo. En ciertas organizaciones, los zapatos rayados de un candidato reducen sus posibilidades de conseguir el trabajo. En otras, las mujeres deben usar siempre maquillaje y llevar ciertos peinados para poder seguir en la empresa. También hay compañías donde es imposible que los hombres asuman roles de liderazgo a menos que estén casados, con mujeres. Estas estadísticas cuentan una historia de quién «debería» liderar y quién «debería» seguir. Dichas normas tácitas no solo son infundadas (el género, la raza y el estado civil no tienen correlación con la capacidad de liderazgo); también cobran un precio personal cuando sentimos que debemos ocultar quiénes somos o pretender ser alguien que no somos.
LA TRAMPA DEL EXCESO DE TRABAJO
Algunos de nosotros reaccionamos a las presiones del trabajo del siglo XXI, pasando cada momento que estamos despiertos trabajando, o pensando en el trabajo. No tenemos tiempo para amigos, ejercicio, comida saludable o para dormir. No jugamos con nuestros hijos, ni los escuchamos. No nos quedamos en casa cuando estamos enfermos. No nos tomamos el tiempo para conocer gente en el trabajo o ponernos en su lugar antes de llegar a conclusiones. El exceso de trabajo nos lleva a una espiral negativa: más trabajo causa más estrés; El aumento del estrés hace que nuestros cerebros se ralenticen y compromete nuestra inteligencia emocional; Las consecuencias son menor creatividad y unas habilidades sociales pobres que dañan nuestra capacidad de hacer las cosas. Esta obsesión con el trabajo puede provenir de nuestros demonios internos: se alimenta de nuestras inseguridades, alivia nuestra culpa cuando vemos que otros trabajan demasiado o nos ayuda a escapar de problemas personales. Muchos trabajadores creen que trabajar más aliviará el estrés: si solo terminan ese proyecto, terminan ese informe, leen todo ese correo electrónico, se sentirán menos fuera de control.
Pero, por supuesto, el trabajo nunca termina. La pregunta es, ¿cómo salir? La buena noticia es que algunas de las mismas habilidades de liderazgo y mentalidades que te hacen efectivo en el trabajo, pueden ayudarte a escapar y redescubrir la felicidad.
LIBERÁNDOSE
El primer paso es aceptar que mereces felicidad en el trabajo. Eso significa renunciar a la creencia errónea de que el trabajo no está destinado a ser una fuente primaria de realización. Todos los trabajos pueden proporcionar satisfacción. El trabajo puede ser una fuente de felicidad real, que se define como un disfrute profundo y permanente de las actividades diarias, alimentadas por la pasión por un propósito significativo, una visión esperanzadora del futuro y las verdaderas amistades.
PROPÓSITO, ESPERANZA Y AMISTAD
Usar la inteligencia emocional para eliminar las barreras a la felicidad es un primer paso en el viaje hacia una mayor satisfacción en el trabajo. Pero la felicidad no ocurre mágicamente: debemos buscar activamente el significado y el propósito en nuestras actividades cotidianas, fomentar la esperanza en nosotros mismos y en los demás, y construir amistades en el trabajo.
Demasiadas personas creen que, si tienen éxito, serán felices. Pero esto es al revés. El autor y psicólogo Shawn Achor lo dice directamente: «La felicidad es anterior al éxito». Esto se debe a que las emociones positivas que se generan al participar, realizarse y valorarse en el trabajo tienen una serie de beneficios: nuestros cerebros funcionan mejor; Somos más creativos y adaptables; Tenemos más energía, tomamos decisiones más inteligentes y gestionamos mejor la complejidad. Es simple: las personas felices se desempeñan mejor que sus compañeros infelices. Es hora de reclamar nuestro derecho a la felicidad en el trabajo.
Para comenzar, reemplacemos las creencias obsoletas con una nueva comprensión de lo que podemos esperar del trabajo, y el uno del otro. Libémonos de las trampas que nos alejan de la felicidad. Y comencemos el viaje hacia la realización enfocándonos en descubrir y vivir nuestro propósito en el trabajo, alcanzar una visión convincente del futuro y convertir a los colegas en verdaderos amigos. Estas cosas nos ayudarán a crear lugares de trabajo que honren nuestra humanidad y fomenten el éxito sostenible, lugares de trabajo en los que las ideas, las necesidades y los deseos sean importantes, al igual que la felicidad.
por Valuexperience Community Manager | Nov 17, 2019 | Habilidades 4.0, Inteligencia Emocional
¿Alguna vez te has preguntado cómo tu compañero de trabajo encuentra tiempo para reunirse con 10 clientes a la semana y realizar su cuota semana en el primer trimestre?
Seguro que muchos os preguntáis cómo es posible que vuestro compañero de trabajo realice una mayor producción cuando tu apenas puedes encontrar tiempo para tener cinco reuniones por semana y hacer todo el papeleo correctamente y poder entregarlo a tiempo.
Aquí tenemos el secreto: tus compañeros se adelantan a usted con aparentemente menos esfuerzo y han aprendido a reconocer y sobresalir en lo que realmente cuenta, e intentar ser perfectos en todo lo demás.
Seguramente, anteriormente cuando fue estudiante hizo todo lo necesario para producir trabajo a un nivel que complaciera a todos los profesores. Es cierto que esta estrategia valió la pena como estudiante. Pero las reglas cambiaron nada más se introdujo en el mundo laboral y se dio cuenta que hacer todo el trabajo de manera excelente limitaba todo su éxito. En este momento necesita concretarse en sus fortalezas.
Por lo tanto, se pude lograr más éxito al aprovechar al máximo sus fortalezas en lugar de tratar constantemente sus debilidades. Es decir, darse cuenta de la importancia de decir deliberadamente donde debería invertir más tiempo y energía para producir un trabajo de calidad.
Muchos, ya sean profesores, ejecutivos o abogados luchan con agobio para poder encontrar tiempo para todo. Y tienen razón, nadie tiene tiempo para todo. Dado el ritmo de trabajo y el nivel de participación en la sociedad moderna, la gestión cae.
Con nuestro curso os animamos a ver el tiempo como un recurso limitado y asignarlo de acuerdo con su definición personal del éxito. Con las prácticas siguientes:
- Dado que su tiempo es limitado, no tendrá la capacidad de hacer todo lo que le gustaría hacer, independientemente de su eficiencia.
- Los límites sobre cómo y cuándo invierte su tiempo en el trabajo y su vida personal, ayudan a garantizar que tenga la inversión adecuada.
- Sus rutinas diarias y semanales deberían hacer que su inversión de tiempo sea casi automática, es decir debe reflejar sus prioridades.
Una vez se haya asignado su tiempo correctamente, también debe abordar el trabajo dentro de cada categoría correspondiente para realizar su tarea. ¿Cómo funciona?
Cuando se acerca la tarea, debe considerar si se trata de una actividad de inversión, neutral u optimizada.
El objetivo general es minimizar el tiempo dedicado a optimizar actividades para que se pueda maximizar el tiempo dedicado a las actividades de inversión. Esta, le permite superar tendencias perfeccionistas e invertir en más de lo que realmente importa para que pueda augmentar su efectividad personal y profesional.
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por Valuexperience Community Manager | Nov 17, 2019 | Inteligencia Emocional
En la actualidad los seres humanos han seguido evolucionando, pero a pesar de todos estos avances externos, hemos dedicado muy poca atención a comprender mejor nuestro mundo interior. Hemos acumulado un vasto conocimiento pero lamentablemente poco auto-conocimiento.
Más rico, más profundo y más reflectivo
Tu conciencia es la clave para reconocer las consecuencias de las decisiones que tomas y el impacto que tienen en los demás. Por eso la limitación de muchas personas es su falta de consciencia. La conciencia aumenta tu conocimiento. Aprender a observar tus sentimientos, te permite hacer elecciones más reflexivas e intencionales.
Cada uno de nosotros tiene una capacidad infinita de auto-engaño. Llegamos a ser hábiles en la negación porque nos ayuda a evitar molestias a corto plazo, pero exige un peaje a largo plazo. Siempre se nos dice que debemos aprender de nuestros errores, pero ¿cómo podemos aprender a menos que primero admitamos que hemos hecho alguno?
El miedo a lo que podemos ver nos impide mirarnos a nosotros mismos más honestamente, y esto provoca un ciclo que se alimenta a si mismo. Así pues desperdiciamos energía en racionalizar, minimizar y justificar nuestros errores en vez de liberar energía para aprender, crecer y agregar valor. Cuanto más dure esto, más desagradable es renaudar el monitoreo de uno mismo, debemos reconocer la violación de patrones de comportamiento deseados.
Aceptando los opuestos
Cada uno tiene una tendencia a elegir lados: bien o mal, bueno o malo, blanco o negro, ganar o perder. La certeza nos hace sentir más seguros, especialmente en tiempos de ansiedad y cambio. Pero el matiz es precisamente lo que necesitamos ahora más que nunca: la voluntad de reconocer los matices grises.
Al aceptar un conjunto de cualidades y rechazar otro, perdemos dimensiones esenciales de nosotros mismos y de los demás.
Debemos cultivar nuestras fortalezas intrínsecas en lugar de tratar de arreglar nuestras debilidades.
Debemos comprender que la honestidad en ausencia de compasión se convierte en crueldad, la tenacidad no mediada por la flexibilidad se congela en rigidez, la confianza sin emperar por la humildad es arrogancia, el valor sin prudencia es imprudencia. Debido a que todas las virtudes están conectadas con otras, cualquier fuerza sobreutilizada en última instancia se convierte en una responsabilidad.
Salir de nuestra zona de confort es incómodo, pero es el único medio por el cual podemos aprender y crecer, y en última instancia realizar mejor y experimentar una satisfacción más profunda.
Creamos el valor más alto no centrándonos solamente en nuestras fortalezas o ignorando nuestras debilidades, sino siendo atentos a ambas.
Aprende esto y mucho más en nuestro curso Gestiona tu energía y no tu tiempo.
por Valuexperience Community Manager | Sep 13, 2019 | Inteligencia Emocional
La autoconciencia parece haberse convertido en la última palabra de moda de la administración, y por una buena razón. La investigación sugiere que cuando nos vemos claramente, somos más seguros y más creativos. Tomamos decisiones más sólidas, construimos relaciones más fuertes y nos comunicamos de manera más efectiva. Tenemos menos probabilidades de mentir, engañar y robar. Somos mejores trabajadores que reciben más promociones. Y somos líderes más efectivos con empleados más satisfechos y empresas más rentables.
Aunque la mayoría de las personas
creen que son conscientes de sí mismas, la autoconciencia es una cualidad
realmente rara. De las investigaciones realizadas al respecto, cabe destacar tres
hallazgos:
1.Hay dos tipos de
autoconciencia
Durante los últimos 50 años, los
investigadores han utilizado diferentes definiciones de autoconciencia. Por
ejemplo, algunos lo ven como la capacidad de monitorear nuestro mundo interior,
mientras que otros lo etiquetan como un estado temporal de autoconciencia.
Otros lo describen como la diferencia entre cómo nos vemos y cómo nos ven los
demás.
Si estudiamos los estudios realizados,
dos categorías amplias de autoconciencia siguen apareciendo:
- Autoconciencia interna: representa cuán
claramente vemos nuestros propios valores, pasiones, aspiraciones, y cómo se
ajustan a nuestro entorno, reacciones e impacto en los demás. La autoconciencia
interna está asociada con una mayor satisfacción laboral y de relación, control
personal y social y felicidad; y está relacionado negativamente con la
ansiedad, el estrés y la depresión.
- Autoconciencia externa: significa
comprender cómo nos ven otras personas, en términos de los mismos factores
enumerados anteriormente. Las personas que saben cómo los ven los demás son más
hábiles para mostrar empatía y tomar las perspectivas de los demás. Los líderes
que se ven a sí mismos como lo hacen sus empleados, tienden a tener una mejor
relación con ellos, se sienten más satisfechos con ellos y los ven como más
efectivos en general.
Los líderes deben trabajar
activamente para verse claramente y obtener retroalimentación para comprender
cómo los ven los demás. La conclusión es que la autoconciencia no es una
verdad. Es un delicado equilibrio de dos puntos de vista distintos, incluso
competitivos.
2. La experiencia y el poder
obstaculizan la autoconciencia
Contrariamente a la creencia
popular, los estudios han demostrado que las personas no siempre aprenden de la
experiencia, que la experiencia no ayuda a las personas a extraer información
falsa, y que vernos a nosotros mismos como altamente experimentados puede
evitar que hagamos nuestra tarea, buscar evidencia que no confirme y cuestionar
nuestras suposiciones.
Y así como la experiencia puede
conducir a una falsa sensación de confianza sobre nuestro desempeño, también
puede hacernos confiar demasiado en nuestro nivel de autoconocimiento. Del
mismo modo, cuanto más poder tenga un líder, más probabilidades tendrá de
sobreestimar sus habilidades y capacidades.
Existen dos explicaciones
principales para este fenómeno. Primero, en virtud de su nivel, los líderes
superiores simplemente tienen menos personas por encima de ellos que pueden
proporcionar comentarios sinceros. En segundo lugar, mientras más poder ejerza
un líder, las personas menos cómodas estarán para darles una respuesta
constructiva, por temor a que perjudique sus carreras. Pero este no tiene que
ser el caso. Un análisis mostró que los líderes más exitosos, contrarrestan
esta tendencia al buscar comentarios críticos frecuentes (de jefes, compañeros,
empleados, su junta, etc.). Se vuelven más conscientes de sí mismos en el
proceso y llegan a ser vistos como más efectivos por otros.
Las personas que mejoraron su
autoconciencia externa lo hacen buscando comentarios de críticos amorosos, es
decir, personas que tienen en mente sus mejores intereses y están dispuestas a
decirles la verdad.
3. La introspección no siempre
mejora la autoconciencia
También se asume ampliamente que
la introspección (examinar las causas de nuestros propios pensamientos,
sentimientos y comportamientos) mejora la autoconciencia. Después de todo, ¿qué
mejor manera de conocernos a nosotros mismos que reflexionando sobre por qué
somos como somos?
Sin embargo, las personas
introspectivas son menos conscientes de sí mismas y reportan una peor
satisfacción laboral y bienestar.
El problema con la introspección
no es que sea categóricamente ineficaz, sino que la mayoría de las personas lo están
haciendo incorrectamente. Para entender esto, veamos posiblemente la pregunta
introspectiva más común: “¿Por qué?” Preguntamos esto cuando tratamos de
entender nuestras emociones, nuestro comportamiento o nuestras actitudes.
Como resultado, «por
qué» es una pregunta de autoconciencia sorprendentemente ineficaz. Simplemente
no tenemos acceso a muchos de los pensamientos, sentimientos y motivos
inconscientes que estamos buscando. Y debido a que hay tantas cosas atrapadas
fuera de nuestra conciencia, tendemos a inventar respuestas que se sienten
verdaderas pero que a menudo están equivocadas. En consecuencia, el problema de
preguntar por qué no es solo qué tan equivocados estamos, sino qué tan seguros
estamos de que estamos en lo correcto. La mente humana rara vez opera de manera
racional, y nuestros juicios rara vez están libres de prejuicios. Tendemos a
saltar sobre cualquier «percepción» que encontremos sin cuestionar su
validez o valor, ignoramos la evidencia contradictoria y forzamos nuestros
pensamientos a ajustarse a nuestras explicaciones iniciales.
Otra consecuencia negativa de
preguntar por qué, es que invita a pensamientos negativos improductivos. Las
personas que son muy introspectivas también tienen más probabilidades de quedar
atrapadas en patrones reflexivos.
Entonces, si por qué no es la
pregunta introspectiva correcta, ¿hay una mejor? Para aumentar la
auto-percepción productiva y disminuir la rumia improductiva, debemos preguntar
qué, no por qué. Las preguntas sobre «qué» nos ayudan a mantenernos
objetivos, centrados en el futuro y capacitados para actuar sobre nuestras
nuevas ideas.
En conclusión: los líderes que se
centran en desarrollar una autoconciencia interna y externa, que buscan
comentarios honestos de críticos amorosos y que preguntan qué, en lugar de por
qué, pueden aprender a verse a sí mismos con mayor claridad, y cosechan las
muchas recompensas que aumentan el autoconocimiento. Y no importa cuánto
avancemos, siempre hay más que aprender. Esa es una de las cosas que hace que
el viaje hacia la autoconciencia sea tan emocionante.
Aprende esto y más en nuestro nuevo Curso de Autoconocimiento y Productividad.
por Valuexperience Community Manager | Sep 10, 2019 | Inteligencia Emocional
Llegamos al final de esta etapa introductoria en el que como habrás podido observar hemos centrado nuestra atención en ti y en tu energía. Generalmente cuando hablamos de tiempo, el foco de nuestra atención este puesto en el afuera, en las tareas y el número de ellas que debemos gestionar, y no hacemos una lectura sobre nuestra energía.
Esta etapa ha estado formada por la creación de estos 8
post:
Estos, son una pequeña introducción al curso que hemos desarrollado: Gestiona tu energía y no tu tiempo.
En el cual encontrarás, 20 módulos, donde en cada uno de
ellos se abordan diferentes puntos y situaciones vitales que gestionar y cómo
hacerlo. Descubrirás más puntos, más conceptos, más tips, más actividades… y un
feedback personalizado a lo largo del mismo.
Por eso desarrollamos este curso porque en este mundo
de tanta información y vorágine en el que estamos inmersos y que hemos creado
nosotros cada vez más nos hemos olvidado de que el protagonista de nuestra
vida somos nosotros. Sin un yo que este equilibrado, que logre gestionar
su propia energía (física, emocional y espiritual) para realizar las tareas
en las que estamos inmersos, es muy difícil casi imposible que aquello que
hagamos lo hagamos de manera óptima.
Una actitud
disciplinada para encontrar modos de recuperar la energia es uno de los mejores
favores que podemos hacernos si queremos sentirnos bien. ¿Y cómo
podemos hacerlo? A lo largo del curso trabajaremos básicamente, desde las
cuatro perspectivas que nos ayudan a ganar en nuestro rendimiento:
• el cuerpo
(sostenibilidad)
• las emociones (seguridad)
• la mente (auto-expresión)
• el espíritu (significado)
Para ello, el propósito es muy importante al representar
una intención específica, un curso de acción, y un objetivo hacia el cual nos
apuntamos. Estamos entrenados a través de nuestra educación para acumular
conocimientos, construir habilidades, y buscar una carrera. Rara vez nos
enseñan cómo, práctica e intencionalmente, desarrollar un sentido de propósito.
La necesidad de propósito es única para los seres humanos.
Somos la única especie que tiene hambre de significado y es capaz de
reflexionar sobre por qué estamos aquí. Podemos encontrar propósito en
muchas actividades, desde ganarnos la vida, hasta hacer nuestro trabajo con
excelencia, criar a nuestros hijos, expresarnos creativamente. Agregar valor
a otros genera otro nivel de significado a nuestra tarea. Cuanto más
contribuimos, más valiosos y conectados a otros sentimos.
Para alimentar la energía espiritual, una organización
debe definir un conjunto de valores compartidos y un propósito más allá de su
rentabilidad continua. Eso comienza con hacer las mismas preguntas sobre sí
mismo que planteamos a las personas: «¿Quién eres tú?» (¿Qué
representas?) Y «¿Qué es lo que realmente quieres?» (¿Cuál es
tu propósito?) La mayoría de las grandes organizaciones asumen debidamente esta
tarea, pero a menudo sin mucho entusiasmo o compromiso.
Hay veces que el mensaje del propósito de la organización
dista mucho de su cultura y realidad cotidiana, y cuando la organización
vive estas incoherencias, esto redunda directamente en el compromiso y,
motivación de los empleados. Esa desconexión entre lo que la empresa dice
que representa y realmente representa afectan de manera directa el compromiso y
la productividad.
Esperamos que hayas podido disfrutar, conocer y aprender más sobre tu energía y aprender a gestionarla por encima del tiempo. Por ello, te recordamos que esto es solo una pequeña introducción al curso, el cual esperamos que quieras apuntarte y seguir aprendiendo: Gestiona tu energía y no tu tiempo.
Para finalizar, nos despedimos con dos actividades:
· Traemos más energía a las actividades que más disfrutamos. ¿Qué te gusta hacer? Piensa en una época en la que estabas haciendo algo que te hacía sentir más plenamente vivo o que te pareció tan bueno que perdiste la noción del tiempo. Escriba con el mayor detalle posible cada aspecto de esta experiencia. ¿Lo estaba haciendo solo o en colaboración con otros? ¿Dónde estabas, y el medio ambiente marcó la diferencia? ¿Qué fue lo que más te entusiasmó? ¿Qué lecciones de esta experiencia puede aplicar a tu trabajo diario?
· ¿Qué acción específica puede realizar en tu trabajo para servir a un propósito más allá de su autointerés inmediato? Incluso si no puedes cambiar la organización para la que trabajas, ¿puedes comportarte cada día de maneras que estés más alineado con tus propios valores y propósito? Si eres un líder, ¿puedes articular un propósito que es inspirador y convincente para aquellos que lideras?
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