Los vínculos nutricios

Los vínculos nutricios

Un vínculo nutricio es un vínculo que nos alimenta emocional y espiritualmente. 

Los vínculos nutricios nos fortalecen, son un lugar seguro a donde recurrir cuando las cosas no están saliendo como quisiéramos. 

¿Cómo alcanzar vínculos nutricios? ¿Debemos desarrollar todos los vínculos que se presentan en nuestra vida cotidiana?

Hay indicadores que podemos notar al inicio de un vínculo que nos dan las pautas sobre si el mismo se desarrollará nutriciamente. Compartir valores y creencias suele ser una buena base. Compartir vivencias puede enriquecer el vínculo, profundizándolo. Los vínculos necesitan ser desarrollados para alcanzar niveles de profundidad en él.

¿Cómo saber, entonces, a priori dónde tomarse el esfuerzo de desarrollar un vínculo para que llegue a ser nutricio? En primera instancia, todo vínculo vale el esfuerzo de nutrirlo hasta que quede demostrado lo contrario.

De la misma manera que sucede con el acto de dar bienes materiales a quienes lo necesitan, agregar valor a otro ser humano a través de un vínculo de calidad, además de enriquecerlo a él, nos enriquece fundamentalmente a nosotros mismos.

Entiendo que algunos requisitos para construir un vínculo nutricio incluye: 

  •  Conectarse realmente con el otro: mirar a los ojos (material y metafóricamente) 

  •  Escuchar activamente (con la intención de evitar la escucha autobiográfica, tal como postula Stephen Covey)

  •  Ser paciente, empático y generoso

  •  Enmarcar los propios intereses

  •  Tener la firme voluntad de darle algo de valor al compañero de vínculo

    ¿Todos los vínculos que se desarrollan resultan ser vínculos nutricios?

Definitivamente no. El vínculo involucra -al menos- dos personas. Y muchas veces, esas personas con las que nos involucramos tienen otra concepción sobre la lealtad o el compromiso y el vínculo muere o, lo que es peor aún, se vuelve tóxico. 

Hemos visto cómo vínculos amorosos y nutricios se tornan estériles o tóxicos paulatinamente. 

¿Será porque estamos cambiando permanentemente y por lo tanto cambian nuestros gustos, intereses o motivaciones? ¿Será que en algún momento del vínculo aflora el “verdadero yo” de alguno de los componentes y ya no hay qué los convoque?

¿Será que muchas veces una de las partes está “dormida” y cuando despierta se da cuenta de que el vínculo no tenía la calidad que creía o que ya no lo nutre como tiempo atrás?

¿Por qué será que las personas rompen sus vínculos?

Podríamos enumerar un sinfín de razones ayudada por un psicólogo, un detective o un cura, pero no es algo donde nos detendremos.

Lo que quiero decir es que aún dudando a priori sobre un vínculo que se inicia, aún sabiendo que se corre el riesgo de una decepción emocional, aún con la certeza de que todo cambia, quienes confiamos en que los vínculos pueden ser nutricios debemos tomar el riesgo de transitarlos independientemente de cómo resulte al final del camino.

Los vínculos en el trabajo

Tener buenos vínculos en el trabajo no debería ser diferente de tener buenos vínculos fuera del trabajo. Pero por algún motivo esto no es tan sencillo.

Para empezar, los vínculos laborales son de segundo grado, vale decir, no los elegimos, vienen con el puesto.

Para seguir, los vínculos de segundo grado no se encuentran amparados por el amor y la elección reiterada hacia el otro. 

Aún cuando hacemos grandes esfuerzos por ser amables y agradar a los demás, en muchísimas ocasiones nos encontramos manteniendo conversaciones mentales respecto de tal o cual cosa que pasó o tendría que haber pasado.

Es que en el mundo del trabajo, las voces internas que nos hablan todo el tiempo pueden ser contradictorias: necesitamos ser amables y colaborativos pero somos muy celosos de nuestro territorio. 

En el mundo del trabajo, marcar territorio es dejar sentado quién manda y quien debe acatar. Afincarnos en nuestro territorio es tan básico como lo es para los miembros de los pueblos tribales: esto es mío y aquí se hace lo que yo digo. 

En paralelo a este sentimiento tan animal del ser humano, que aparece de manera virulenta e instintiva y muchas veces no puede disimularse, se contrarresta uno de los más sofisticados: el de la construcción de la imagen pública.

La voz interna que monitorea nuestra  imagen siempre nos está diciendo: “Sea lo que sea, que no se note”. 

Todos los sentimientos encontrados que tenemos cuando trabajamos insertos en un grupo de personas, se hacen difíciles de identificar y clasificar adecuadamente en tiempo y forma. Y es por esto que – mientras los discriminamos y decidimos qué hacer con ellos- tratamos de que “no se note”.

Pasamos tantas horas en el trabajo, que muchas veces, estos vínculos secundarios se vuelven primarios. Es así cómo se construyen grandes amigos en el día a día laboral y también algunos amores. 

Si esto sucede exitosamente es una celebración.

Pero a veces, nos confundimos. Creemos que la cotidianeidad, la confianza, la cercanía o compartir metas, problemas y desafíos, vuelve al vínculo íntimo y trascendente.

Es en este gris donde nos perdemos y corremos el riesgo de equivocarnos, con el consiguiente dolor.

Porque cuando los vínculos se presentan ásperos desde un inicio, podemos articular nuestros mecanismos de defensa para neutralizarlos. Pero cuando el límite entre lo laboral y lo personal se confunde, perdemos visión y luego nos lamentamos por nuestra propia ceguera.

Entonces, las personas en el trabajo desarrollamos vínculos amorosos, vínculos de desagrado y ¡vínculos dudosos! Los vínculos dudosos consumen toda nuestra energía, puesto que no tenemos claridad respecto de él. Destinamos gran cantidad de tiempo a decodificar los actos de nuestro interlocutor y generalmente persiste en nosotros un sentimiento de ambivalencia.

Estas situaciones harto comunes en el mundo del trabajo se presentan porque depositamos demasiadas expectativas en el otro. Nuevamente, en vez de hacer foco en nosotros mismos, prevalece la importancia de la mirada ajena en búsqueda de aprobación.

Cualquiera podrá refutar diciendo que si se trata de la mirada del jefe, resulta inevitable la búsqueda de aprobación, pero ¿es realmente así? Nadie puede tener mayor ascendencia sobre nosotros que nosotros mismos. Se vuelve primordial desarrollar el vínculo con uno mismo.

Sencillo pero no fácil, puede llevar años y bastante coraje autodefinirse como una persona basada en la propia percepción y dispuesta a enmarcar un vínculo entre dos adultos que trabajan y se necesitan mutuamente.

Finalmente, podemos ser preventivos: es difícil evitar la tentación de no replicar  una historia negativa que escuchamos en un pasillo, ¡no la repitas! Hablar de eventos o situaciones negativas una y otra vez o criticar a alguien, sólo nos degrada como personas y retroalimenta sentimientos negativos. Hay que focalizar en lo bueno y ser benévolos con lo malo que pasó.  Esta práctica contribuirá al diseño de pensamientos positivos y el desarrollo de vínculos nutricios.

 En la Escuela del Bienestar encontrarás formaciones que desarrollan las habilidades relacionales en el trabajo y la vinculación nutricia con los demás.

 Recuerda que los vínculos se construyen de a dos, que siempre será útil invertir en un vínculo incipiente de manera asertiva y generosa, independientemente de cómo resulte el mismo al final. Los vínculos sanos con nuestros compañeros contribuyen a un clima seguro emocionalmente y esto potencia la calidad de nuestros resultados.

 Te invitamos a conocer nuestro Atlas del Bienestar Laboral

Límites en el trabajo

¿Por qué es tan difícil establecer límites en el trabajo?

 Somos seres sociales, y como tales nuestro mayor temor es a quedar excluídos.  En una sociedad con escases de recursos, estar dentro de un sistema nos asegura supervivencia.

Y ante esta profunda realidad grabada en nuestro ADN, tememos no ser suficiente y por eso ser expulsados del núcleo que pertenencia. Tememos no ser necesarios. Tememos el olvido, la indiferencia. También tememos las represalias al poner límites a una figura de autoridad. Es por todo esto que tendemos a aceptar las condiciones ajenas sin chequear si están alineadas con nuestros valores, nuestras creencias y nuestros deseos.

Que al final, creemos que el trabajo no es un lugar donde poder expresar nuestras convicciones y desplegar nuestras mejores habilidades, sino un lugar donde obedecer para pertenecer. ¿Qué sucede, entonces?

 

Comportamiento basado en el rendimiento:  ser útiles

El paradigma laboral es aún competitivo. Si bien es cierto que desde hace años viene ganado terrero el concepto de trabajar colaborativamente y que muchas organizaciones lo logran, -especialmente al trabajar por proyectos- los cambios culturales son lentos. Las personas cambiamos más rápido que el colectivo laboral. Todavía coexisten ambos comportamientos, puesto que competir está en la naturaleza humana y este rasgo ha sido alimentado durante décadas en el mundo laboral.

El comportamiento que busca resultados y resaltar por sobre los demás se basa en la necesidad de probar que somos útiles, necesarios para la consecución de los objetivos organizacionales. El motor interno de este comportamiento es la creencia de que el valor personal depende de cumplir con ciertas tareas en sus estándares más altos. Pero el desempeño exitoso por sí solo NO es condición sine qua non para encontrar valor en lo que hacemos, entonces, lo que sucede es que entramos en  un ciclo interminable de autoexigencia que nos lleva a realizar tareas más complejas en menores tiempos, ilusionados con el espejismo de encontrar sentido y propósito.

 

Perfeccionismo y auto-límite de exigencia 

Cuando basamos nuestra autoestima profesional en la capacidad de lograr objetivos complejos, nos volvemos controladores y defensivos porque cualquier amenaza al rendimiento es una amenaza al valor personal. Para permanecer en este comportamiento agotador, nos engañamos a nosotros mismos con conversaciones internas que prometen recompensa:

  • Estaré satisfecho con mi desempeño 
  • Haré foco en lo verdaderamente importante 
  • Pasaré más tiempo con mi familia.
  • Profundizaré el cuidado de mi salud.
  • Me iré de vacaciones.

Pero estas situaciones nunca llegan, porque permanentemente, aparecen nuevos objetivos que atentan contra nuestra identidad y seguridad: es un círculo vicioso que no tiene fin.

Adicionalmente, los efectos dañinos del perfeccionismo no terminan en la persona en cuestión, sino que atraviesa todos los vínculos existentes o potenciales: tanto los miembros del equipo laboral como los miembros de la familia, se ven desplazados de la atención y tiempo de quien se vuelve perfeccionista debido a su baja estima profesional y su incapacidad de establecer límites.

Estar dispuesto a hacer las cosas al nivel óptimo de calidad y eficiencia puede sonar como como un gran enfoque, pero cuando este comportamiento atenta contra el bienestar propio y del grupo ya no resulta tan rentable en el largo plazo.

Desesperación por el rendimiento

Existe otro grupo de personas que se comportan de manera diferente ante la necesidad de cumplir para pertenecer y asegurar su supervivencia: son las que están impulsadas por la desesperación En lugar de convertirse en perfeccionistas, se desconectan cada vez más de los objetivos debido a una sensación de desesperación. En vez de continuar intentando cumplir con un estándar que es imposible, «se retiran». Debido a esfuerzos infructuosos medidos en términos de costo / beneficio para ellos mismos, no esperan alcanzar las metas o sentir satisfacción personal. Generalmente, esta desesperación es inconsciente y por eso no pueden abordarla correctamente. Esto termina con el optimismo y baja la resiliencia, abandonando cualquier objetivo que sea demasiado ambicioso.

Una vez más, la causa raíz es el miedo al fracaso y está basado en la baja autoestima.

La búsqueda permanente de complacer a los demás

Cuando la mayoría de nuestros comportamientos están orientados a anteponer a otra persona a nuestras propias necesidades, estamos atrapados en un conjunto de  pensamientos que modelan nuestras acciones:

  • Quiero que me quieran
  • Pero, dado que «No soy lo suficientemente bueno» , debo complacer a los demás.
  • Si ayudo a otros, les gustaré. Si otras personas me quieren, soy valioso y mi vida tiene sentido. 

 

Quienes están atravesados por la desesperación, tienen el mismo discurso interno sobre su valía, pero simplemente, no lo intentan porque creen que de cualquier manera, fracasarán en la ejecución de la meta y por tanto, en su objetivo de reconocimiento y pertenencia.

Todos hemos atravesado estas emociones y pensamientos alguna vez. Pero si es recurrente o paralizante, si se traduce en apatía, amenaza o ansiedad, será necesario examinar la necesidad exagerada de aprobación externa, puesto que conlleva a grandes dificultades para establecer límites personales y profesionales. 

Y esta noticia vuela. No sólo a través de las palabras de los demás, sino ante la observación de tus comportamientos de complacencia sostenidos en el tiempo.

Cada vez llegarán más pedidos de compromisos, límites de tiempo en las entregas y tareas complejas, porque los demás perciben claramente que no puedes poner límites. Y lo aprovechan.

 

Nuestro tiempo y nuestra energía es limitada. Es necesario y sano, examinar nuestros comportamientos para ser la mejor versión de nosotros mismos en el interminable camino de la mejora personal. 

En la Escuela del Bienestar encontrarás una serie de acciones formativas y recursos que te ayudarán educar tu buen dormir y tu descanso. 

 Recuerda que se trata de generar hábitos saludables para recuperar una buena calidad de sueño y estar descansado y productivo durante el día.

¡No te lo pierdas!

T

 

Apreciatividad

La apreciatividad: Apreciar el Mundo que nos rodea

Parece difícil en los tiempos que estamos atravesando apreciar algo del mundo que nos rodea.

Aun así, estamos inmersos en una cantidad enorme de cuestiones positivas, que pueden ir desde nuestra salud, nuestra familia, nuestro trabajo o simplemente, el sol que entra por la ventana…

Muchas veces, al tomar conciencia en medio de todos nuestros pensamientos amenazantes o disconformes, nos damos cuenta de que hay mucho por apreciar.

Pero ¿cómo lograrlo?

 Ser apreciativo

Lo primero que diremos es que ser apreciativo NO es ser optimista. Tal vez sea su prima hermana.

El optimista tiende a negar las cuestiones negativas que lo rodean, mientas que el apreciativo, reconoce la complejidad negativa de una situación y decide focalizarse en los potenciales positivos de la misma, para aprender, capitalizar y pivotear su avance en ese aspecto.

Una definición popular de la apreciatividad es la que refiere a la capacidad de ver y rescatar lo valioso y significativo de las personas, los sucesos y las cosas.  Es la observación deliberada de lo mejor, lo preciado.

Todos tenemos un quantum de apreciatividad y la buena noticia es que podemos aumentarlo y desarrollarlo. Podemos haber sido favorecidos con la “lotería Cortical” es decir, un cerebro preconfigurado para ver lo bueno que hay en el mundo.

La mala noticia es que ese quantum suele estar bastante bajo en la mayoría de nosotros, en parte por la cultura en la que nos hemos desarrollado. Y peor aún es que muchos no saben que cuentan con esta habilidad en su haber. Estamos diseñados para que la apreciatividad no sea permanente, puesto que el cerebro es un eterno buscador de amenazas para asegurar la supervivencia.  El secreto para disfrutarla está en no querer retenerla o negar realidades para creernos más apreciativos, sino en cultivar una apreciatividad sincera.

Bárbara Fredricson, investigadora principal del Laboratorio de Psicofisiología y Emociones Positivas de la Universidad de Carolina del Norte, USA,  opina que el ejercicio de la apreciatividad estimula la aparición de emociones positivas. Y en una metáfora visual, que las emociones positivas provocan lo que provoca un auto descapotable a cierta velocidad: amplia nuestras percepciones. 

¿Cómo nos ayuda en la práctica ser apreciativos?

Independientemente de alcanzar mayores estados de bienestar emocional, no se trata sólo de ir por la vida sonriendo.

La apreciatividad da sentido e impulso a la vida de las personas y de las Organizaciones.

Ser apreciativos inicia un dialogo apreciativo interior, vale decir, los pensamientos se vinculan entre sí a partir de aspectos positivos de una determinada situación y eso genera un dialogo interno que nos dice “es posible”. Se trata, entonces, de un “diálogo de posibilidad”.

El concepto de “diálogo apreciativo” fue desarrollado en la década del 80 por el Dr. David Cooperrider, profesor y Director del departamento de Comportamiento Organizacional de la Escuela de Negocios de la Universidad Case Western, en Cleveland, USA. 

Imágenes de futuro y superación de obstáculos

Las personas y las organizaciones son producto de sus diálogos apreciativos. Estos determinan lo que hacen y lo que hacen determina quienes son. 

Pero ¿por qué algunas personas son apreciativas y crean imágenes positivas en sus mentes y otras crean imágenes negativas o pesimistas?

Es en el diálogo interno donde se “fabrican” las imágenes de futuro que guían nuestras acciones.

El Diálogo Apreciativo le da forma al hábito de buscar y hallar lo positivo y de potenciarlo como una realidad anticipada. Así es como se puede sentir alegría previendo una experiencia agradable y por lo tanto cocrear el futuro que imaginamos. No se trata de negar los obstáculos sino de incorporarlos haciendo foco sobre lo positivo-creativo como fuerza impulsora de un futuro mejor.

Disciplinarse en ser apreciativos

Debemos disciplinar nuestra voluntad a través de acciones sostenidas en el tiempo que nos acerquen a nuestras metas más queridas.

Debemos desarrollar claridad para discernir la mejor manera de llevar adelante esas acciones. 

Todos tenemos problemas. La estrategia es hallar lo que está mal, identificar la causa, construir hipótesis de solución, elegir la mejor y ejecutar un plan. Esto es sabido.

Complementariamente, el diálogo apreciativo No busca problemas sino lo mejor del presente o del pasado, imagina su potencial de enriquecimiento y luego lo construye.

La ventaja del pensamiento positivo es que el es más fuerte que el no, tiene más poder psíquico. Focalizarse en el problema, nos a una alternativa única, mientras que el diálogo abre opciones. Atarse a lo negativo implica considerar  los recursos con los que contamos ahora mismo -que siempre son escasos-  mientras que en el diálogo apreciativo, abundan las posibilidades. Uno cierra y otro abre. Uno apela a la resistencia y el otro a la energía. Uno avanza paso a paso, el otro a ideas que vienen de golpe. Uno a la dirección externa, el otro al “poder interior”. 

Para sintetizar

Estos son algunos beneficios de las prácticas apreciativas:

  • Nos conectan con nuestros recursos internos
  • Aumentan la visión de oportunidades
  • Ponen freno a la negatividad
  • Promueven el optimismo
  • Movilizan la creatividad y la innovación
  • Aumentan nuestras destrezas frente a las adversidades
  • Nos predisponen para el aprendizaje y la iniciativa
  • Nos hacen sentir bien y mejoran nuestra salud

En la Escuela del Bienestar encontrarás una serie de talleres que desarrollan la apreciatividad y las emociones positivas. 

Recuerda que el ejercicio de esta práctica requiere tiempo, perseverancia y cambio de nuestros diálogos internos y que al alcanzarlos en tu mundo se multiplican las posibilidades de avance y bienestar.

Te invitamos a conocer nuestro Atlas del Bienestar Laboral

La Importancia de Dormir y Descansar

La importancia de dormir y descansar

dormir

La importancia de dormir y descansar

Dormir es una necesidad básica del cuerpo humano que se encuentra entre las principales fuentes de energía y vitalidad. El sueño es un proceso fisiológico fundamental que nos ayuda a mantener una buena salud física y mental.

A pesar de ser un mecanismo reparador absolutamente necesario y deseado, muchas personas atraviesan la crisis del sueño. Es común escuchar que las personas no duermen o no descansan bien debido a una profusión de pensamientos que no pueden dominar. Pero ¿por qué nos rendimos al sueño en el sofá del living y nos desvelamos cuando entramos en la cama?

Posiblemente, se deba a que en ese momento, cuando estamos solos con nuestra intimidad, las cuestiones pendientes -desde una tarea laboral a un problema familiar- nos invaden con ferocidad, alterando el momento de relax que habíamos alcanzado distraídos por elementos externos.

¿Por qué es importante dormir bien y descansar adecuadamente?

La falta de sueño puede tener efectos negativos en nuestra vida diaria, como la fatiga, la somnolencia, la falta de concentración y la irritabilidad. Además, la privación crónica del sueño puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad, la hipertensión arterial, el accidente cerebrovascular y las enfermedades cardiovasculares.

Por otro lado, el sueño adecuado nos ayuda a consolidar la memoria, mejorar la función cognitiva y fortalecer el sistema inmunológico. Además, el sueño reparador también ayuda a regular el estado de ánimo, a reducir el estrés y a mejorar la calidad de vida en general. Y son precisamente todas estas cuestiones las que nos hacen descansar.

Para dormir bien y descansar adecuadamente, es importante tener en cuenta algunos factores clave. Uno de ellos es la duración del sueño. Los adultos deben dormir entre 7 y 9 horas diarias para mantener una buena salud. Los niños y adolescentes necesitan más horas de sueño, dependiendo de su edad.

Sin embargo, en los últimos 50 años, se ha disminuido notablemente la cantidad de horas que dormimos. Esto se debe a la velocidad de la vida actual, en la que somos multitarea, estamos estimulados permanentemente por el entorno y los canales de comunicación (y demanda) se han multiplicado y no conocen horarios ni fronteras.

 

 

La higiene del sueño

Así como nos ocupamos de mantener una higiene física para evitar enfermedades, es necesario construir y ejercitar la higiene del sueño. ¿Qué significa esto? Que deberemos establecer algunas rutinas para enviar señales a nuestro cerebro y que comprenda que se acerca “la hora de dormir”.

Cenar temprano, preferentemente alimentos de bajo contenido graso, bajar las luces, evitar bebidas estimulantes que incrementan nuestro estado de vigilia y evitar hacer ejercicios físicos que incrementen nuestros niveles de adrenalina, son algunos de los hábitos que podemos adquirir y que nos  preparan para un buen descanso.

También habrá que tener en cuenta el espacio donde dormimos. Es preferible que un dormitorio sea precisamente eso: un lugar para dormir y descansar.

Evitar el uso de tecnología será una clara señal de que el día terminó y que nos disponemos a retirarnos de la faena cotidiana. Además,  la luz azul puede alterar el reloj biológico del cuerpo y dificultar el sueño.

El orden en el dormitorio también es un factor des-estresante: deberemos procurarnos un lugar con la menor cantidad de disparadores de estrés posible.

El uso de cortinas para amainar la luz exterior, así como el uso de protectores auditivos para dismuinuir los estímulos auditivos resultan de gran ayuda a la hora de entregarnos al proceso de dormir.

Adicionalmente, cuando nuestro cerebro se resiste a relajarse y dejar de pensar en las preocupaciones cotidianas, algunos sonidos inductores del sueño como sonidos de la naturaleza o los llamados sonidos blancos suelen ser muy efectivos.

Entonces, es esencial dormir en un ambiente tranquilo y oscuro, a una temperatura cómoda, en una cama cómoda y con ropa de cama adecuada.

Una rutina regular de sueño se construye también con horarios reiterados para acostarse y levantarse. Esto ayuda al cuerpo a establecer un ritmo circadiano regular, lo que mejora la calidad del sueño y ayuda a mantener una buena salud en general.

Los ciclos circadianos son procesos biológicos que tienen una duración de aproximadamente 24 horas y que regulan diversas funciones del cuerpo humano, como el sueño, la temperatura corporal, el apetito y la producción de hormonas. Estos ciclos están influenciados por factores externos, como la luz y la oscuridad, y son controlados por un «reloj interno» ubicado en el cerebro.

Los ciclos circadianos influyen en muchos aspectos de la fisiología humana, como la producción de melatonina: una hormona que regula el sueño y que se produce en respuesta a la oscuridad. También afectan el rendimiento cognitivo y físico, y están relacionados con trastornos del sueño, tales como el insomnio y el síndrome de retraso de fase del sueño, que se caracterizan por un desajuste en los ciclos circadianos.

 

 

Efectos del mal dormir

A continuación, detallamos algunos de los efectos más usuales que produce dormir mal:

Fatiga diurna: La falta de sueño adecuado puede provocar una sensación constante de cansancio y somnolencia durante el día, lo que puede afectar la capacidad para realizar tareas y aumentar el riesgo de accidentes laborales y de tráfico.

Problemas de concentración y memoria: La falta de sueño también puede afectar la capacidad de concentración, la memoria y la capacidad de tomar decisiones, lo que puede afectar el rendimiento académico y laboral.

Alteraciones del estado de ánimo: La falta de sueño puede provocar irritabilidad, ansiedad y depresión, lo que puede afectar las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general.

Aumento de peso: La falta de sueño adecuado puede afectar los niveles de las hormonas que regulan el apetito, lo que puede provocar un aumento de peso y un mayor riesgo de obesidad.

Problemas de salud a largo plazo: La privación crónica del sueño se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, lo que puede afectar la calidad de vida y reducir la esperanza de vida.

 

En conclusión, dormir bien y descansar adecuadamente es fundamental para nuestra salud física y mental. Y para lograrlo, influye de manera directa la calidad del día que he transcurrido: si ha sido productivo, si he agregado valor, si me he nutrido emocionalmente, si me siento satisfecho con lo realizado.

Cuando sistemáticamente el sueño se ve alterado desproporcionadamente por nuestras emociones y pensamientos, habrá que revisar cuestiones más profundas, puesto que la falta de sueño es un síntoma de algo mayor: hay algo que no está funcionando bien y es necesario solucionar su origen.

 

En la Escuela del Bienestar encontrarás una serie de acciones formativas y recursos que te ayudarán educar tu buen dormir y tu descanso.

 

Recuerda que se trata de generar hábitos saludables para recuperar una buena calidad de sueño y estar descansado y productivo durante el día

¡No te lo pierdas!

Te invitamos a conocer nuestro Atlas del Bienestar Laboral

La Angustia en el Trabajo​

La angustia en el trabajo

Angustia trabajo Atlas

La angustia en el trabajo

En nuestro artículo de esta semana del Atlas del Bienestar Laboral, hablamos de la angustia en el lugar de trabajo.

La angustia se define como una sensación de malestar psicológico y emocional

angustia

que puede ser causada por diferentes factores, como el estrés general, la presión emocional en distintas áreas de nuestra vida, el acoso laboral, la discriminación, la falta de autonomía, la falta de sentido sobre lo que hacemos o producimos. Estos factores se encuentran entre muchos otros, a veces extremadamente difíciles de identificar.

Se trata de un tema cada vez más relevante, ya que afecta a una gran cantidad de personas en todo el mundo.

Impacto de la angustia en situación de trabajo

La angustia en el lugar de trabajo puede tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de los trabajadores, Las personas que experimentan angustia pueden sufrir síntomas físicos y psicológicos, como ansiedad, depresión, trastornos del sueño, fatiga crónica, dolores de cabeza y problemas gastrointestinales. Además, la angustia laboral puede afectar la productividad y satisfacción laboral, aumentar el ausentismo y la rotación laboral.

Es que cuando el estrés es sostenido en el tiempo y no se encuentran mecanismos para neutralizarlo, la sensación de angustia puede convertirse en una emoción de angustia, y ésta -una vez instalada- se transforma en un sentimiento de angustia.

Es necesario atender los primeros síntomas, identificar el motivo de la angustia y resolverlo en su estado inicial para acotarla al acontecimiento en cuestión y no dejar que ese sentir se traslade a otros ámbitos, relaciones o situaciones.

Es que el estrés laboral puede ser causado por una variedad de factores, como la sobrecarga de trabajo, la falta de apoyo y de recursos y la falta de control sobre el trabajo.

Aún así, lo que verdaderamente nos angustia es la amenaza que sentimos de no poder superar las circunstancias que provocan la angustia. Esta amenaza puede incrementarse ante  la falta de reconocimiento y recompensa por el trabajo hecho. Sentirse abrumado, ansioso y frustrado son los emergentes de una angustia no identificada que afecta directamente la salud física, emocional y mental.

No ser visto / Ser observado

De la misma manera que no ser reconocidos o vistos causa angustia, el acoso laboral o mobbing, la permanente mirada inquisidora de la figura de autoridad, también genera angustia considerable por sentirse expuesto a la permanente evaluación y corrección de nuestro trabajo.

El acoso laboral se refiere a una conducta hostil, persistente y repetitiva hacia un trabajador, que puede ser física, verbal o psicológica, generando inclusive depresión y pánico en las víctimas, así como en el resto de los trabajadores del lugar de trabajo que presencian el acoso.

Cómo combatir la angustia

Para combatir la angustia en el lugar de trabajo, es importante que los empleadores implementen medidas preventivas, como proporcionar un ambiente de trabajo seguro y saludable, promover una cultura de respeto y tolerancia, y fomentar una buena comunicación y colaboración en los equipos de trabajo.

Será también una responsabilidad individual tomar medidas para cuidar de la propia salud mental, tales como establecer límites claros para el horario de trabajo, mantener una buena calidad de sueño y buscar apoyo y ayuda profesional cuando sea necesario. Por lo tanto, es importante que los empleadores y los trabajadores trabajen juntos para crear un entorno laboral positivo y saludable.

Claves para lograr un lugar de trabajo que minimice la angustia

algunas cuestiones para tener en cuenta son:

Promover una cultura de seguridad: Es importante que la empresa fomente una cultura de seguridad y salud en el trabajo. Esto significa que todos los empleados deben estar comprometidos con estos principios y que la empresa debe promover la seguridad en todo momento, tanto física como psicológica y emocional.

Establecer políticas y procedimientos claros: La empresa debe establecer políticas y procedimientos claros para evitar confusiones, solapamientos, resultados deficientes que -luego- generen angustia por lo haber alcanzado los objetivos buscados. Estas políticas y procedimientos deben estar claramente definidos y comunicados a todos los empleados.

Propiciar el desarrollo de habilidades blandas: Los empleados deben recibir capacitación sobre cómo gestionar sus emociones en el entorno laboral, como comunicar asertivamente lo que necesitan y desean y cómo manejar los conflictos que surgen de la interacción laboral. La empresa debe proporcionar una formación adecuada para trabajar en entornos emocionalmente seguros.

Fomentar el bienestar físico: La empresa debe fomentar el bienestar físico de los empleados. Esto puede incluir la promoción de hábitos saludables, como hacer ejercicio regularmente, mantener una buena postura y nutrición, y ofrecer pausas para descansar durante el trabajo. Una buena salud física contribuye de manera directa a neutralizar los efectos del estrés y de esta manera reduce los niveles de angustia.

Promover el bienestar emocional y mental: La empresa debe ofrecer asesoramiento y ayuda psicológica cuando detecta empleados con niveles de estrés o angustia superiores a la media aceptable. Diversas cuestiones influyen en el malestar psicológico, no sólo el estrés laboral, puesto que las personas somos indivisas en nuestros mundos emocionales. Será necesario acompañar al trabajador en la búsqueda del re-establecimiento de su punto de equilibrio.

Fomentar la comunicación: La empresa debe fomentar la comunicación abierta, transparente, abundante y multidireccional. En épocas de altos niveles de incertidumbre, la comunicación empática resulta una herramienta clave. Esto puede incluir la realización de reuniones regulares, buzón de sugerencias y encuestas de satisfacción laboral.

En la Escuela del Bienestar encontrarás una serie de talleres que desarrollan habilidades  y recursos para identificar y neutralizar situaciones generadoras de angustia.

Recuerda que reconociendo cuáles son los motivos que generan tu angustia y adquiriendo algunas habilidades para neutralizarla, puedes mejorar tu estado emocional. ¡No lo dudes!

Te invitamos a conocer nuestro Atlas del Bienestar Laboral

Más información

Selecciona Interes