La importancia de dormir y descansar

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La importancia de dormir y descansar

Dormir es una necesidad básica del cuerpo humano que se encuentra entre las principales fuentes de energía y vitalidad. El sueño es un proceso fisiológico fundamental que nos ayuda a mantener una buena salud física y mental.

A pesar de ser un mecanismo reparador absolutamente necesario y deseado, muchas personas atraviesan la crisis del sueño. Es común escuchar que las personas no duermen o no descansan bien debido a una profusión de pensamientos que no pueden dominar. Pero ¿por qué nos rendimos al sueño en el sofá del living y nos desvelamos cuando entramos en la cama?

Posiblemente, se deba a que en ese momento, cuando estamos solos con nuestra intimidad, las cuestiones pendientes -desde una tarea laboral a un problema familiar- nos invaden con ferocidad, alterando el momento de relax que habíamos alcanzado distraídos por elementos externos.

¿Por qué es importante dormir bien y descansar adecuadamente?

La falta de sueño puede tener efectos negativos en nuestra vida diaria, como la fatiga, la somnolencia, la falta de concentración y la irritabilidad. Además, la privación crónica del sueño puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad, la hipertensión arterial, el accidente cerebrovascular y las enfermedades cardiovasculares.

Por otro lado, el sueño adecuado nos ayuda a consolidar la memoria, mejorar la función cognitiva y fortalecer el sistema inmunológico. Además, el sueño reparador también ayuda a regular el estado de ánimo, a reducir el estrés y a mejorar la calidad de vida en general. Y son precisamente todas estas cuestiones las que nos hacen descansar.

Para dormir bien y descansar adecuadamente, es importante tener en cuenta algunos factores clave. Uno de ellos es la duración del sueño. Los adultos deben dormir entre 7 y 9 horas diarias para mantener una buena salud. Los niños y adolescentes necesitan más horas de sueño, dependiendo de su edad.

Sin embargo, en los últimos 50 años, se ha disminuido notablemente la cantidad de horas que dormimos. Esto se debe a la velocidad de la vida actual, en la que somos multitarea, estamos estimulados permanentemente por el entorno y los canales de comunicación (y demanda) se han multiplicado y no conocen horarios ni fronteras.

 

 

La higiene del sueño

Así como nos ocupamos de mantener una higiene física para evitar enfermedades, es necesario construir y ejercitar la higiene del sueño. ¿Qué significa esto? Que deberemos establecer algunas rutinas para enviar señales a nuestro cerebro y que comprenda que se acerca “la hora de dormir”.

Cenar temprano, preferentemente alimentos de bajo contenido graso, bajar las luces, evitar bebidas estimulantes que incrementan nuestro estado de vigilia y evitar hacer ejercicios físicos que incrementen nuestros niveles de adrenalina, son algunos de los hábitos que podemos adquirir y que nos  preparan para un buen descanso.

También habrá que tener en cuenta el espacio donde dormimos. Es preferible que un dormitorio sea precisamente eso: un lugar para dormir y descansar.

Evitar el uso de tecnología será una clara señal de que el día terminó y que nos disponemos a retirarnos de la faena cotidiana. Además,  la luz azul puede alterar el reloj biológico del cuerpo y dificultar el sueño.

El orden en el dormitorio también es un factor des-estresante: deberemos procurarnos un lugar con la menor cantidad de disparadores de estrés posible.

El uso de cortinas para amainar la luz exterior, así como el uso de protectores auditivos para dismuinuir los estímulos auditivos resultan de gran ayuda a la hora de entregarnos al proceso de dormir.

Adicionalmente, cuando nuestro cerebro se resiste a relajarse y dejar de pensar en las preocupaciones cotidianas, algunos sonidos inductores del sueño como sonidos de la naturaleza o los llamados sonidos blancos suelen ser muy efectivos.

Entonces, es esencial dormir en un ambiente tranquilo y oscuro, a una temperatura cómoda, en una cama cómoda y con ropa de cama adecuada.

Una rutina regular de sueño se construye también con horarios reiterados para acostarse y levantarse. Esto ayuda al cuerpo a establecer un ritmo circadiano regular, lo que mejora la calidad del sueño y ayuda a mantener una buena salud en general.

Los ciclos circadianos son procesos biológicos que tienen una duración de aproximadamente 24 horas y que regulan diversas funciones del cuerpo humano, como el sueño, la temperatura corporal, el apetito y la producción de hormonas. Estos ciclos están influenciados por factores externos, como la luz y la oscuridad, y son controlados por un «reloj interno» ubicado en el cerebro.

Los ciclos circadianos influyen en muchos aspectos de la fisiología humana, como la producción de melatonina: una hormona que regula el sueño y que se produce en respuesta a la oscuridad. También afectan el rendimiento cognitivo y físico, y están relacionados con trastornos del sueño, tales como el insomnio y el síndrome de retraso de fase del sueño, que se caracterizan por un desajuste en los ciclos circadianos.

 

 

Efectos del mal dormir

A continuación, detallamos algunos de los efectos más usuales que produce dormir mal:

Fatiga diurna: La falta de sueño adecuado puede provocar una sensación constante de cansancio y somnolencia durante el día, lo que puede afectar la capacidad para realizar tareas y aumentar el riesgo de accidentes laborales y de tráfico.

Problemas de concentración y memoria: La falta de sueño también puede afectar la capacidad de concentración, la memoria y la capacidad de tomar decisiones, lo que puede afectar el rendimiento académico y laboral.

Alteraciones del estado de ánimo: La falta de sueño puede provocar irritabilidad, ansiedad y depresión, lo que puede afectar las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general.

Aumento de peso: La falta de sueño adecuado puede afectar los niveles de las hormonas que regulan el apetito, lo que puede provocar un aumento de peso y un mayor riesgo de obesidad.

Problemas de salud a largo plazo: La privación crónica del sueño se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, lo que puede afectar la calidad de vida y reducir la esperanza de vida.

 

En conclusión, dormir bien y descansar adecuadamente es fundamental para nuestra salud física y mental. Y para lograrlo, influye de manera directa la calidad del día que he transcurrido: si ha sido productivo, si he agregado valor, si me he nutrido emocionalmente, si me siento satisfecho con lo realizado.

Cuando sistemáticamente el sueño se ve alterado desproporcionadamente por nuestras emociones y pensamientos, habrá que revisar cuestiones más profundas, puesto que la falta de sueño es un síntoma de algo mayor: hay algo que no está funcionando bien y es necesario solucionar su origen.

 

En la Escuela del Bienestar encontrarás una serie de acciones formativas y recursos que te ayudarán educar tu buen dormir y tu descanso.

 

Recuerda que se trata de generar hábitos saludables para recuperar una buena calidad de sueño y estar descansado y productivo durante el día

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