Llegamos a la penúltima entrega de esta introducción al Curso Gestiona tu energía y no tu tiempo.En este post toca hablar de los valores, del sentido de propósito y nuestra productividad.
Hablar de valores personales hace un tiempo en curso
corporativo hubiese parecido, casi esotérico, por suerte cada vez con más
frecuencias en las organizaciones se comienza a hablar sobre los valores
personales de los empleados y cómo los mismos influyen en el compromiso
y productividad de las personas.
Si
fueses una persona vegana, no solo por los beneficios nutricionales, sino
también porque el veganismo, comulga con tus valores con respecto al trato y
consumo animal ¿Podrías trabajar en la industria cárnica? Seguramente no.
Este es un ejemplo extremo pero esa misma evaluación casi de manera inconsciente realizamos cada día cuando estamos en el trabajo. Y es sumamente que nuestros valores estén en paz con los valores, cultura y core de la empresa en las que trabajamos para lograr un nivel óptimo de productividad.
Los valores pertenecen a otra
dimensión de la energía, ya hemos hablado de:
La energía física
La energía emocional
Ahora
toca hablar de la “ENERGIA ESPIRITUAL”.
En las dimensiones
espirituales, los valores y comportamientos que nos alimentan son más subjetivos,
matizados y personales. Tenemos que descubrir lo que son para nosotros. Es
por esto por lo que en este post encontrarás diferentes formas de poder
reflexionar sobre ellos y abordarlos.
Conocer
claramente cuáles son nuestros valores, nos ayuda no solo a mantener un alto
nivel de energía y compromiso con nuestras tareas sino también a tomar mejores
decisiones, a estar en sintonía con nosotros, estar más motivados, ser más
persistentes y obviamente tener un rendimiento más alto.
Conocer conscientemente nuestros
valores es muy importante para nuestra energía espiritual. Los valores
profundamente arraigados definen a quienes aspiramos ser. Son como una brújula
interna, nos ayudan a tomar importantes decisiones de nuestra vida.
«El
que tiene un por qué vivir», dijo Nietzsche, «puede soportar casi
cualquier cosa.»
Cuando algo realmente nos
importa, le aportamos mucha más energía en forma de enfoque, convicción, pasión
y perseverancia. La energía espiritual también alimenta cada uno de nuestros
comportamientos en las otras dimensiones energéticas—físicas, emocionales y
mentales.
Para
poder acceder a tus valores te invito a realizar los siguientes ejercicios:
Imagina que escuchas un
mensaje en tu buzón de voz, con las siguientes preguntas: ¿Quién
eres tú y qué es lo que realmente quieres? Eso es todo un reto. ¿Qué
responderías? Después de todo, son las preguntas más grandes de la vida.
Responde
a estas 3 breves preguntas diseñadas para ayudarle a reconectarse con los
valores que más aprecias:
1.Piensa
en las personas de tu vida que ves como mentores, o modelos a seguir, o que simplemente
admiras. ¿Qué cualidades específicas te vienen en mente?
2.Imagínate
a uno de tus hijos o a una persona con la que estás especialmente cerca— describiendo
a los demás. ¿Cuáles son las cualidades que esperas que él o ella cite de
ti?
3. Piensa
en comportamientos que observas en otras personas que no puedes soportar. ¿Cuáles
son? Directamente después de cada uno, lista lo contrario de esa cualidad.
Quizás
la señal más confiable de lo que valoras más profundamente son las palabras o
frases que has citado como opuestas de tus respuestas a la tercera pregunta.
Reflexionar sobre lo que no
podemos soportar en otros provoca una respuesta visceral que casi siempre
captura con exactitud cómo nos sentimos realmente.
Por último, cultivamos la
energía espiritual más eficazmente cuando nos movemos rítmicamente entre gastar
y repostar. Alimentamos nuestros valores a través de la reflexión, la
introspección, la meditación, pero sobre todo luchando con nosotros mismos.
Esto es especialmente crítico en momentos en que nos sentimos alimentados por
emociones que amenazan con abrumar nuestros valores más profundos.
Nuestro
primer desafío espiritual es definir nuestros valores, no habrá actividades al
final de este post, ya que han sido realizadas a lo largo del mismo para que
seáis capaces de reconocerlos.
Ya habiendo pasado el ecuador con el anterior post sobre el valor de descansar y del sueño (post 5). Empezaremos con este nuevo post sobre la creación de impulsos, siendo esta, una parte muy importante ya que entramos en una acción activa para la gestión de nuestra energía. No te olvides que estos posts son unos pequeños extractos del curso: Gestiona tu energía y no tu tiempo.
Hoy hablaremos del trabajo y el desarrollo de una nueva forma de trabajar si lo que buscamos es mejorar nuestra productividad, denominado “creación de impulsos”.
La creación de una nueva forma de trabajo comienza con
el reconocimiento de que la renovación sirve al rendimiento.
Y es por esto por lo que es importante que las organizaciones se sensibilicen con este mensaje y creen políticas, prácticas y servicios que apoyen y motiven a las personas a comer bien, trabajar regularmente, renovar intermitentemente su energía y dormir lo suficiente.
En la mayoría de las organizaciones, la realidad es llegar temprano e irse tarde. Haciendo el mínimo descanso posible, justamente lo menos recomendable. Eso nos lleva a un círculo vicioso, de poco descanso, falta de ejercicio, alimentación con altos contenidos de azúcar, poca energía, falta de sueño, aumento de probabilidad de errores y niveles de productividad subóptimos.
El ejercicio es uno de los primeros sacrificios a los que la mayoría de nosotros hacemos frente, por las largas horas de trabajo y viaje. Si nos vamos de casa al amanecer y volvemos al anochecer ¿quién tiene tiempo o la energía para hacer ejercicio? Es una ironía, puesto que el ejercicio físico mejora la aptitud y se ha demostrado que se ahorra en gestiones de atención médica.
Un número creciente de organizaciones centran su atención en cómo los empleados se cuidan físicamente, de tal manera que reducen los costes de atención médica y absentismo por enfermedad, además de ayudar a impulsar un rendimiento más alto en sus trabajadores.
Por ello hay que hacer algunos cambios:
Evaluar el rendimiento por el valor que producen y no el número de horas que dedican los empleados.
Cambiar el enfoque de competencia (entendida como habilidades que necesitan para su trabajo) a capacidad (cantidad y calidad de la energía que tienen).
La energía colectiva de una organización sigue un camino
predecible. ¿Sabías que la investigación sugiere que hay tiempos óptimos
de la semana durante los cuales tomar el trabajo más difícil y otros tiempos
que tiene sentido para las tareas administrativas, para el pensamiento creativo
y estratégico, y para la construcción de relaciones?
Antes de finalizar este post, te adelantamos que en la próxima y penúltima entrega hablaremos sobre una parte espiritual de la energía: ¿Quién eres y qué quieres realmente?. Si quieres aprender más sobre los puntos que estamos tratando, el curso ‘Gestiona tu energía y no tu tiempo’ está compuesto por veinte capítulos, todos enfocados a mejorar la calidad de vida.
Ahora te dejamos con las actividades para que practiques
lo aprendido.
1. Reflexiona acerca de tu día a día, y observa si
consigues renovar tu energía adecuadamente, haciendo los descansos necesarios,
cumpliendo las horas de trabajo tal como se establecen contractualmente, si
tienes tiempo y ánimos para hacer ejercicio regularmente… y que se podría hacer
para mejorar estas situaciones.
2. Relacionada con la primera actividad: Te animamos a
que, si múltiples situaciones de las observadas en la situación 1 se cumplen,
prepares mentalmente unos argumentos para poder concertar una cita con tu
supervisor o departamento de recursos humanos para poder tratar la situación y
llegar a un acuerdo que beneficie a las dos partes, mejorar tu calidad de vida
y que la organización genere más valor con tu actividad. En caso de no tener
supervisor en su cargo, es necesario que se plantee un cambio en su horario
para poder obtener los beneficios de una mejor calidad de vida y rendimiento en
el trabajo.
Algunos
cambios son necesarios y muchos son posibles, si modificamos nuestros enfoque
de pensamiento y dejamos de pensar en términos de competencia (entendida como
habilidades que necesitan para su trabajo) por el de capacidad (cantidad y
calidad de la energía que tienen).
¿Cómo podríamos gestionar la
energía en la jornada laboral?
El lunes, estamos poco
focalizados mentalmente, es el mejor día para las tareas administrativas de
baja-demanda, incluyendo el establecimiento de metas, organización y
planificación.
Para el martes y miércoles, la
mayoría de nosotros estamos completamente incrementados. Nuestra capacidad de
enfoque y compromiso está en su punto máximo. Tiene sentido, tanto individual como
organizativamente, abordar el trabajo más difícil de esos días.
Para el jueves nuestra energía
comienza a decaer. Este puede ser un buen día para reuniones en las que es
importante llegar a un consenso.
Para el viernes, normalmente
estamos en el nivel más bajo de energía es bueno utilizarlo, en la
planificación de largo-alcance, y la construcción de relaciones.
Diseñar el flujo de trabajo en
función de tu energía para ti y tu equipo con estos ritmos en mente ter
permitirá sacar mayor provecho de tu energía y de la de tu equipo.
Como actividad para hoy te pido
que armes en función de lo visto en el módulo un calendario de trabajo.
“El Descanso” es un buen
tema para reflexionar durante estos días de vacaciones. Como habréis podido comenzar a visualizar, el
enfoque desde este curso es holístico. A nuestros trabajos llegamos todos los
días con nuestras mochilas físicas y emocionales, y que cuanto más tapemos esta
realidad en las organizaciones, más complicado será conseguir ser productivos y
felices en el trabajo.
Hoy hablaremos de la
importancia de dormir, el descanso es
fundamental en nuestra vida. A media que nos zambullimos en la vorágine
cotidiana, cada vez nos cuesta más leer los ciclos de nuestro cuerpo ¿cómo
nos sentimos?¿cuándo comenzamos a necesitar recargar energía?
Parece que solo escuchamos a nuestro organismo cuando estamos, cansadísimos, en
ese momento donde surgen frases del estilo “Estoy reventado”, “No doy más”,
“Estoy muerto”.
Si la energía física es la base de todas las
dimensiones de la energía, el sueño es la base de la energía física. Nada
influye más en la efectividad durante el día que el sueño. La privación del
sueño tiene un coste enorme en nuestra salud, bienestar emocional y
funcionamiento cognitivo.
Las consecuencias de no
descansar correctamente incluyen:
Fatiga
extrema
Capacidad
cognitiva comprometida
Inestabilidad
emocional
Menor
productividad
Mayor
susceptibilidad a la enfermedad
Y como estamos inmersos en
la operación bikini también quiero contarte que no dormir lo suficiente
“engorda”.
En algunos apartados del curso veremos cómo influye el sueño, en nuestro metabolismo, en nuestro trabajo, en nuestra capacidad de aprendizaje, así como también, os hemos dejado una serie de tips para mejorar el sueño.
En cuanto a la productividad, un estudio que se realizó con médicos residentes que realizaban guardias de 24 horas, se vio como estos médicos realizaban un 36% más de errores en la realización de diagnósticos a pacientes, que los tenían turnos de 12 y 16 horas y un 61% más de probabilidades de pincharse a sí mismos con agujas o cortarse con bisturíes. Este estudio podemos extrapolarlo a todos los sectores productivos. Por lo cual dormir de 7 a 8 horas es uno de los puntos clave para conseguir mejorar nuestra productividad.
Conocer el ciclo del sueño es importante no solo para lograr descansar bien sino también para conseguir mejores aprendizajes. Es importante tener en cuenta que el ciclo del sueño completo dura 90 minutos aproximadamente. Dormimos en cinco etapas, que pasan de más ligero a más profundo a medida que nuestra actividad de ondas cerebrales se ralentiza progresivamente y luego se acelera hasta casi despertar en el transcurso de aproximadamente noventa minutos.
Hay que tener en cuenta que durante el día (en estado de vigilia – despiertos) también experimentamos ciclos de 90 minutos. Estos ciclos se llaman ciclos ultradianos, en el transcurso del día oscilamos cada noventa minutos de un nivel más alto a un nivel más bajo de excitación y alerta. Es decir, que nuestro cuerpo pide descansos cada noventa minutos y a pesar de ello, la mayoría de las veces ignoramos estas señales.
Finalmente, sobre los tipos de renovación que podemos hacer cada 90 minutos, no es necesario irse del trabajo, con entrenamiento, tan solo con un ciclo de respiraciones conscientes, podemos ser capaces de renovar energías.
Hay dos tipos de renovaciones de energías:
1.
Renovación pasiva: bajar la excitación fisiológica
Respirar
profundamente, meditar, escuchar música, leer para el placer—se trata de bajar
la excitación fisiológica.
2.
Renovación activa: cambiar los canales, elevando la frecuencia cardíaca
Ejercicio aeróbico, levantamiento de peso, o formas más extenuantes de yoga o pilates.
La conciencia es la mitad de la
batalla cuando se trata de dormir y descansar, tanto porque la mayoría de
nosotros subestimamos los costos de conseguir demasiado poco y debido al valor
extraordinario de conseguir lo suficiente.
Este reconocimiento es el primer paso para hacer del sueño una prioridad. Antes de dejarte con las actividades de ese post número 5, te adelantamos que el próximo post número 6 tratará sobre la creación de impulsos, una parte emocional en el proceso de aprender a gestionar tu energía y no tu tiempo. Haz clic aquípara saber más sobre el curso ¡Aprende a gestionar tu energía y no tu tiempo!
Como actividades finales de ese post tienes las siguientes:
Reflexiona sobre cómo es tu día. Recuerda los ciclos de 90 minutos, intenta tomar un breve descanso tras 90 / 120 min. ¿Con qué frecuencia podrías construir la recuperación intermitente en tu día? ¿Cuál sería la forma más eficiente de renovación?
Si te despiertas en medio de la noche y luego te esfuerzas para volver a dormirte porque estás rumiando, pon un cuaderno de papel y un bolígrafo al lado de tu cama y Scribe tu preocupación. Antes de irte a dormir, escribe cualquier cosa que te preocupe. Puedes hacer lo mismo si tiendes a despertarte en medio de la noche. Se llama «aparcar tus ansiedades», y es una manera poderosa de calmar tu mente y conseguir una mejor noche de sueño.
Empezaremos hablando sobre nuestra energía física “Sintiendo el pulso” nombre de uno de los capítulos que podrás encontrar en el Curso ‘Gestiona tu energía y no tu tiempo’.
Nuestra necesidad más fundamental es gastar y renovar energía.
La mayoría de nosotros gastamos más energía de la que
renovamos adecuadamente.
Todos los sistemas en nuestro
pulso corporal funcionan rítmicamente cuando estamos sanos; latidos del
corazón, ondas cerebrales, temperatura corporal, presión arterial y niveles hormonales.
Incluso en los trabajos sedentarios, la
energía física es la base sobre la que descansa el alto rendimiento.
Si no nos cuidamos físicamente no nos aseguramos de
que en última instancia seremos subóptimos en todo lo que hagamos.
Cada actividad en nuestras
vidas tiene una consecuencia energética—comer, moverse, dormir, trabajar, y las
relaciones. El mantenimiento y el
reabastecimiento son esenciales para un alto rendimiento sostenible.
Cuanto mayor es la demanda a la que nos enfrentamos,
mayor y más frecuente es la necesidad de renovación.
Trabajando demasiado tiempo, demasiado continuamente,
y durmiendo muy poco, terminamos gastando demasiada energía mental y
emocionalmente, con muy poca renovación.
Estando sentados demasiado tiempo y comiendo
demasiado, no gastamos suficiente energía físicamente. La consecuencia es que
perdemos resistencia y fuerza, y subimos de peso.
Somos más eficaces en el
trabajo cuando alternamos
entre formas activas de renovación, como el ejercicio y el juego, y formas
más pasivas, como la meditación, la siesta y el sueño.
Somos más eficaces en el trabajo cuando renovamos
energía de forma regular, es entonces cuando estaremos en nuestro mejor
momento.
¿Qué necesitamos hacer
sistemáticamente para renovarnos regularmente? Necesitamos alternar entre formas activas de
renovación, como el ejercicio y el juego, y formas más pasivas, como la
meditación y el sueño.
Antes de finalizar este post y dejarte la actividad pertinente para que puedas poner en práctica y sobre todo hacerte pensar alrededor del tema de hoy, te queremos avisar que para la próxima semana tendrás un tema muy importante y valioso, elPost 5 – El valor de descansar y del sueño.
Actividad:
Identifica qué
haces actualmente para recargarte o repostar energía durante el transcurso de
tu día laboral. Basado en lo que has aprendido hoy, ¿qué puedes hacer para
asegurarte de obtener mejores formas activas y pasivas de renovación de energía
a lo largo del día?
Una vez hemos analizado y comprendido nuestros hábitos, puedes ver más en el post 2: Analizar y comprender los hábitos, daremos paso a un nuevo tema, las emociones.
Las emociones son un componente que muchas veces queda relegado a un
segundo lugar en el análisis de las situaciones. Atender a este componente,
puede ayudar a tomar mejores decisiones, mejorar tu empatía, tu percepción
sobre el contexto, entre muchos otros.
¿Quieres saber más sobre cuáles son tus necesidades emocionales?
¡Empecemos este post!
En primera instancia hablaremos de los eventos desencadenantes ¿Qué son? Un
desencadenante es un evento, comportamiento, o circunstancia que provoca
constantemente emociones negativas y nos impulsa a la lucha o la huida. Dos
reacciones biológicas básicas de nuestra psique. Fijaos que hablamos de mente y biología como un todo.
Biológicamente estamos preparados para sentir el peligro, y todos
experimentamos desencadenantes cada día, a mayores y menores grados. Para controlar estos desencadenantes, primero debemos
ser conscientes de los sentimientos que nos surgen cuando éstos ocurren.
En relación con los eventos desencadenantes, es importante tener en
cuenta aquello que los psicólogos llaman “sesgo de negatividad”. El sesgo de negatividadsignifica que, la mente
humana reacciona a las cosas malas más rápido, fuerte y persistentemente que a
las cosas buenas equivalentes. Por
ejemplo, cuando recibes una revisión de desempeño de algún tipo en el trabajo,
¿te centras más en los comentarios positivos o negativos? ¿Pasas más tiempo
saboreando tus ganancias de las inversiones que haces, o preocupándote por tus
pérdidas? Verás que lamentablemente tenemos predisposición a las instancias
negativas.
Es por esto por lo que, para
controlar los eventos desencadenantes, es
importante, tomar conciencia
de los sentimientos que surgen cuando se
desencadena el evento, antes de actuar en ellos. Si nos sentimos obligados internamente a algo, no lo debemos hacer. Por ejemplo, las compulsiones no son fruto de nuestra decisión y rara
vez conducen a un resultado positivo. Lo que debes hacer es pasar del modo automático al modo intencional, así
serás capaz de tomar una decisión consciente sobre cómo responder.
También otro punto importante es el tema de las necesidades emocionales básicas. Ser conscientes de nuestras necesidades emocionales, sentirse valorado
y apreciado son necesidades emocionales fundamentales y cuando sentimos que
nuestro valor está en riesgo, gastamos energía defendiendo ese valor y por lo
tanto, menos energía tenemos para crear valor.
La necesidad de sentirse cuidados y seguros tiene sus orígenes en las
primeras etapas de nuestro desarrollo, lo que tiene sentido biológico, sin ser
atendidos, no sobreviviríamos.
El desarrollo emocional sano—y el nivel más alto de eficacia—requiere la
capacidad de moverse libre y flexiblemente entre la autonomía y la conexión
segura con los demás.
Poco estímulo, amor, y protección—en el trabajo o fuera de él —nos deja
sintiéndonos, inseguros, temerosos, y no preparados para funcionar eficazmente.
Por lo cual, para responder positivamente en nuestro ámbito profesional,
debemos procurarnos de encontrar en el mismo:
Estímulo – Reconocimiento – Cariño – Seguridad
Antes de finalizar este tema y dar paso al próximo: “Post 4 – Hazlo servir o deshazte de ello”, te dejamos las actividades a realizar y poner en practica lo aprendido en este post.
Actividad 1: Nuestra necesidad emocional
central es sentirse seguro. En la mayoría de los casos, las emociones negativas
se pueden remontar a la experiencia de no sentirse valorado. Piensa en la
última vez que te sentiste molesto, enojado, frustrado, ansioso, incluso
impaciente. ¿Puedes rastrearlo hasta una amenaza percibida a tu propio valor?
Vuélvete más consciente de cuánta energía gastas preocupándote, o tratando de
restaurar, o afirmando tu valor.
Actividad 2: Revise los desencadenantes más
comunes y la correlación fisiológica. Detecta que los desencadenantes aparecen
primero en nuestros cuerpos (el corazón late más rápido, opresión en el pecho o
sensación en el estómago). Reconocer la fisiología, te ayudará a reconocer
cuando se ha desencadenado un evento, simplemente por la forma en que te
sientas físicamente.
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