Cómo nos atrapa la ansiedad y cómo nos puede liberar

Cómo nos atrapa la ansiedad y cómo nos puede liberar

Carlos es una persona muy trabajadora y además es la envidia de muchos de sus compañeros. Es el gerente general de un negocio grande y exitoso y también es uno de los principales colaboradores del CEO. Siempre realiza un buen trabajo y es muy querido por sus compañeros. 

Pero Carlos tiene un secreto. Él sufre de ansiedad. Lo mantiene despierto por la noche, impacta en su salud, y le requiere mucho tiempo y energía para mejorarlo. Cuando la gente alaba el equilibrio de Carlos durante una presentación importante, no son conscientes de que él sobrevivió a la reunión tomando medicamentos contra la ansiedad. 

Es normal experimentar ansiedad ocasionalmente, como cuando nos enfrentamos a una reunión de alto riesgo, un jefe estresado o un conflicto con un amigo. Pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que más de 300 millones de personas sufren depresión y 260 millones de personas presentan trastornos de ansiedad.

Los expertos en salud postulan que, cuando estamos ansiosos, tendemos a quedar atrapados en formas de pensar falsas y limitadas. Estos patrones de pensamiento crean una espiral negativa que puede apoderarse de nuestras vidas. 

A continuación, se muestran los puntos que una persona con ansiedad postula, llamadas trampas de pensamiento. 

  • Catastrófico: Imaginando el resultado posible. “Me despedirán si la presentación tiene problemas técnicos”. 
  • Lectura de la mente: Imaginar lo que otros piensan. “Sé que no le gusta trabajar conmigo porque piensan que soy tonto”. 
  • Adivinanza: Imaginando lo que depara el futuro, pero sin datos. “Los del nuevo grupo me odiarán porque soy el único que no tiene más de dos idiomas”. 
  • Pensamiento en blanco y negro: Considerando solo los resultados posibles. “Si enfermo durante unos días me bajarán el sueldo o si enfermo estaré despedido”. 
  • Sobregeneración: Pintar todas las situaciones con un resultado generalizado. “Yo hice una presentación el año pasado en CEO, y no fue bien. Nunca hago las cosas bien o siempre fallan cuando se trata de audiencias ejecutivas. 

Si una de estas trampas de pensamiento te atrapan, prueba las siguientes estrategias para superarlas. Estas sugerencias no remplazan la necesidad de consultar a profesionales de la salud para un posible diagnóstico y tratamiento de la ansiedad, pero pueden ayudar a romper los patrones de pensamiento negativos, controlando la ansiedad y permitiendo escuchar lo que realmente importa en el trabajo diario. 

  • Pausa el patrón. La ansiedad suele ir precedida de síntomas físicos. Aprender a reconocer tus señales físicas de un ataque inminente: un estómago revuelto, palmas sudorosas o fosas nasales dilatadas.

Cuando notes estas reacciones, cambia conscientemente tus actividades. Involucra la parte pensante de tu cerebro, por ejemplo, haciendo matemáticas. Pero no es algo siempre como 2+2; prueba algo que te desafíe lo suficiente para desviar tu cerebro. 

  • Nombra la trampa. Dale un nombre a tu patrón, ya sea una de las trampas enumeradas arriba o algo que se te ocurra. 
  • Separe el miedo del hecho. Crea una lista en dos columnas. En un lado, enumera todos tus miedos, incertidumbres y dudas. La segunda columna es para hacer hechos verificados. Ser capaz de comparar los dos puede calmar tus miedos y devolverte a la realidad.
  • Cuanta más historias. Hacemos suposiciones, saltamos a conclusiones y contamos nosotros mismos historias todo el tiempo. Contar historias nos ayuda a superar la vida eficientemente, pero también puede ser limitable. Cuando estamos ansiosos, tendemos no solo a creer nuestras propias historias, si no que creemos las formas más extremas y negativas de ellos. 
  • Camina hacia la charla. Pregúntese qué le recomendarías a otros que hagan. 

Todas estas estrategias pueden ayudar en el momento que estás en pánico. Por ello, cuando estés en una reunión de alto riesgo escribe estás tácticas. Cuando notes ese cambio familiar en tu frecuencia cardíaca o sequedad en la garganta, mira tú nota y prueba una de estas estrategias para calmarte. 

En relación con el caso de Carlos, después de 10 meses comenzó a notar cambios. Los ataques de ansiedad fueron menos frecuentes, su diálogo interno cambió de autocrítica a autocompasión, y tenía la energía necesaria para concentrarse en su trabajo diario. 

Es humano experimentar miedos, dudas y confusión. En la dosis correcta estos sentimientos pueden ser útiles: nos mantienen vigilantes, comprometidos y productivos. Pero cuando las ansiedades sobrecargan nuestro cerebro y socavan el rendimiento, es hora de elegir conscientemente las estrategias que nos ponen a cargo de nuestro diálogo interno y sintonizar con el que sí importa. 

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¿Qué nos genera la ansiedad en el trabajo?

¿Qué nos genera la ansiedad en el trabajo?

¿Eres de los que dice que tiene un cerebro propenso a la ansiedad? En este caso seguro que cuando presentas una nueva idea, tu primer instinto es pensar en qué podría salir mal. 

Si compartes estas tendencias, no necesariamente podrías cambiarlas, pero deberías hacerlo. Probablemente sea que tus valores no estén reforzados de forma positiva, como, por ejemplo, en relación con la diligencia y la sensibilidad a los demás. 

Sin embargo, puedes aprender a reconocer cuándo estás viendo a través de los anteojos de la ansiedad y ajustar tu forma de pensar para que no te limite. Aquí hay algunas formas comunes de ansiedad que pueden causar problemas en el trabajo y además te mostramos sugerencias para minimizarlos.

Juzgas mal la opinión que otros tienen de ti. 

Las personas ansiosas tienden a preocuparse de no gustar a los demás o que no los vean como personas talentosas. Por ejemplo, digamos que un compañero de trabajo no te saluda tan calurosamente como a los demás. Por lo tanto, asumes que a la persona no le gustas. Pero de manera realista, hay otra posibilidades: tal vez son más cálidos con las personas que conocen mejor. 

Como no te gusta, evitas a esa persona, pero entonces pueden sentirse desairados y llegar a la conclusión de no se gustan entre ambos. En cambio, es importante reconocer cuando estás interpretando una situación interpersonal sin una sólida evidencia, y alejarte de ese pensamiento. 

Estás a la defensiva sobre los comentarios. 

Las personas ambiciosas a menudo son impulsadas a tener éxito, por lo que quieren comentarios que les ayude a mejorar, pero tienden a la catástrofe, lo ven como un indicador y lo relacionan con estar condenados al fracaso. Si esto no te suena, intenta estar más abierto a las críticas. La otra manera es reconocer como no hacer las cosas y obtener una manera de sentirse más cómodo en estos escenarios. Una solución sería, por ejemplo: Te resulta difícil recibir críticas de nuevas personas, pero has de mirar la otra la parte buena donde también encuentras nuevas perspectivas valiosas, así que estás dispuesto a tolerar la ansiedad que eso conlleva. 

Evitas situaciones y luego te perciben como difícil. 

Tendemos a evitar las cosas por las que estamos ansiosos y luego nos sentimos avergonzados por la evitación, lo que hace que no seamos claros en nuestra comunicación. Este problema puede manifestarse en formas grandes y pequeñas. Tal vez te sientas incómodo al responder a un correo electrónico tan dilatado que no deja la impresión de que eres confiable y organizado.

No siempre recibirás la comprensión que esperas, pero la transparencia reduce el estrés, aumenta la confianza, y a menudo, es percibido como valiente y auténtico, por eso hay que dejar ver la persona honesta que llevas dentro. 

Reaccionas negativamente cuando se te presentan ideas inesperadas. 

Si tu primer pensamiento cuando se te presentan nuevas ideas es considerar los riesgos, las desventajas y las razones por las que tus ideas no funcionarán, es probable que otras personas se den cuenta de su instinto y, lo que es peor, que lo perciban como negatividad no deseada. 

Si eres uno de estos detractores, te recomendamos entrenarte para dar tu opinión. Hacerlo, ayudará a su cerebro a mejorar el pensamiento equilibrado y te beneficiará en general. Luego podrías mencionar tus preocupaciones, pero terminando con una nota positiva. 

La ansiedad puede motivar a las personas de manera muy positiva: por ejemplo, el miedo al rechazo puede hacerte trabajar más duro y valorar profundamente las relaciones. Ser sensible, cauteloso y cuidadoso puede mejorar su desempeño en tareas difíciles. Cuanto mejor comprenda cómo funciona su ansiedad, podrá maximizar más estos aspectos positivos y minimizar los negativos para que se acepte más a sí mismo y sea capaz de manejar los desafíos que surgen en el trabajo. 

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