por Valuexperience Community Manager | Mar 9, 2016 | Habilidades 4.0
La cultura de una empresa es una parte fundamental de la misma, un elemento diferencial de gran importancia. La cultura es la manera cómo se hacen las cosas en una compañía: la forma cómo se saluda a los compañeros, la forma cómo se discuten los temas importantes, la forma cómo se toman las decisiones… Todo esto y muchos otros pequeños o grandes elementos van forjando la cultura de la empresa.
La cultura tiene un gran impacto en la performance de la empresa y de sus trabajadores. Es lo que condiciona la manera cómo los empleados se sienten al ir cada día a trabajar. Esto es algo que conviene tener en cuenta y dedicarle especial atención. La cultura es el motivo principal -si no, uno de los más importantes- por el que los empleados deciden quedarse en una compañía. Es una de esas cosas que el dinero no puede comprar.
Es por todo esto que la cultura de una empresa, su ADN, debe ser inculcada en los empleados desde el primer día, para que se sientan parte de ella. Para conseguirlo, la mejor manera es mediante la formación. Ésta es la mejor manera de crear un enlace entre los valores de la empresa y el rol que juegan los empleados. De esta manera, se consigue un equipo de personas capaces y comprometidas, que entienden su misión en la empresa y trabajan para conseguir los objetivos de la misma; y no simplemente un grupo de personas que llegan a la empresa, hacen su trabajo y se van a casa.
Para promover la cultura de la empresa, es importante proporcionar una formación abierta. En las empresas, existen dos categorías principales de formación: la destinada a escalar profesionalmente y el aprendizaje de alguna habilidad concreta. Ambos tipos de formación son útiles, pero no están exentos de debilidades. La primera categoría, por ejemplo, no resulta del todo adecuada para las empresas pequeñas, donde no existe una jerarquía corporativa definida. Además, está enfocada únicamente a escalar profesionalmente. Resulta más eficiente ofrecer a los empleados la posibilidad de aprender aquello por lo que sientan interés, para así mejoren y se superen.
El otro tipo de formación, la destinada a aprender una habilidad concreta, también cuenta con limitaciones, ya que suele resultar demasiado estandarizado. Conviene adaptar la formación a los empleados y a su trabajo, mostrarles por qué tienen que aprender lo que tienen que aprender y conectar los conocimientos directamente con el trabajo del día a día. También es importante mostrarles cómo su performance está conectada con la de la empresa y con su ADN.
También es importante tener en cuenta que los empleados no simplemente van a adquirir la cultura de la empresa, sino que también van aportar algo a ella, enriquecerla. Y para ello, la formación es clave. La formación debe permitir maximizar la eficiencia de los trabajadores y su motivación por el trabajo, y no solo enseñar una nueva habilidad. De esta manera, toda la empresa resulta beneficiada.
Esto es lo que ponemos en práctica en las acciones formativas que desarrollamos desde Valuexperience. Adaptamos los planes a la empresa y a su ADN, para de esta manera fomentar la cultura de la compañía. Nuestras comunidades y planes formativos ayudan los empleados a ir en la misma dirección y crean engagement con el equipo y con la empresa en general. Además, también sirven como un importante recurso para facilitar la adaptación de los nuevos empleados, ya que los conecta con el resto de la compañía y con la cultura de la misma.
La formación es un elemento muy importante para crear valor en una empresa. Y resulta muy beneficioso aprovecharla, no solo para transmitir conocimiento sino también para transmitir la cultura de la empresa. El ADN de la compañía y cómo sacarle partido es algo que debe tenerse en cuenta a la hora diseñar un plan formativo.
por Valuexperience Community Manager | Feb 5, 2016 | Habilidades 4.0
La Inteligencia Colectiva es lo que hace que unos equipos de trabajo funcionen mejor que otros. Sin embargo, no es simplemente la suma de la inteligencia de cada uno de los miembros del equipo, sino que hay otros factores que entran en juego. Resulta fácil medir la inteligencia individual, pero ¿qué ocurre con los grupos? ¿Tienen una inteligencia propia? ¿Cómo medirla?
Anita Williams Woolley y sus colegas Thomas Malone y Christopher Chabris, de la Carnegie Mellon University, llevan años investigando este tema. Tras llevar a cabo varios experimentos en los que formaban grupos de personas y les hacían realizar varias tareas, llegaron a la conclusión que sí existe una inteligencia particular en los equipos.
¿De qué depende la Inteligencia Colectiva del equipo? Los investigadores descubrieron que los equipos que obtenían mejores resultados no eran necesariamente los que contaban con personas con coeficientes intelectuales superiores, ni más extrovertidas, ni tampoco más satisfechas con su trabajo.
Sin embargo, encontraron tres elementos que caracterizaban a los mejores equipos de trabajo. En primer lugar, los grupos que contaban con más mujeres eran los que funcionaban mejor. Segundo, aquellos con mejor puntuación en una prueba en la que debían hacer deducciones en base a una serie de fotografías de los ojos de otras personas también realizaban bien el resto de pruebas. Por último, los equipos con mejores resultados eran aquellos en los que las decisiones se tomaban entre todos y todos los miembros participaban, en lugar de ser una o dos personas las que llevaran la voz cantante.
En el mundo digital en el que vivimos, no podemos dejar de lado la tecnología. Y es que ésta puede ponerse al servicio de la Inteligencia Colectiva e impulsarla a nuevos niveles. Los estudios demuestran que, para funcionar bien, tanto individuos como grupos necesitan tres habilidades cognitivas: memoria, atención y capacidad de resolución de problemas.
La tecnología nos ayuda a las personas, y cada vez más a los grupos, en estos tres aspectos. La memoria informática es un gran depósito de conocimiento que utilizamos cada día y la comunicación por algún medio digital nos ayuda a coordinarnos y a solucionar los problemas.
La tecnología puede ser un gran aliada para que los equipos de trabajo desarrollen su Inteligencia Colectiva. Creando comunidades, como las que desarrollamos desde Valuexperience, se puede llevar a cabo una mejor comunicación y organización. De esta manera, se crean las condiciones necesarias para facilitar la resolución de problemas. La comunidad proporciona también un memoria eficiente y organizada. Además, también nos ayudan a centrar la atención, ya que nos permite abordar un tema concreto y filtran la información.
La Inteligencia Colectiva no aparece de manera espontánea. Surge y resulta beneficiosa para la empresa cuando hay por detrás una sistemática y una metodología que la sustenta. Es por esto que el uso de comunidades resulta provechoso. Con las comunidades que desarrollamos desde Valuexperience se consigue una mejora de la eficiencia de un 20% en el área donde intervenimos. Mes a mes trabajamos sobre una problemática concreta del grupo y de esta manera co-creamos una herramienta, un proceso o un producto que ayude a dar respuesta al problema. Si solo nos quedáramos con un foro, crearíamos un repositorio de conocimiento y opiniones, pero es conveniente ir más allá.
De esta manera, gracias a las comunidades, se motiva y se consolida una cultura de mejora continua e innovación, además de aumentar el sentido de pertenencia a la entidad. También permiten intercambiar buenas prácticas y detectar expertos internos. Además, gracias a la tecnología, se reduce notablemente la pérdida de conocimiento cuando un empleado abandona su puesto.
Los equipos de trabajo deben desarrollar su Inteligencia Colectiva para dar lo mejor de ellos. La tecnología resulta de gran ayuda y no hay que desaprovechar todos los beneficios que puede aportar. El uso de comunidades crea las condiciones óptimas para que los grupos mejoren los resultados de su trabajo y desarrollen así su Inteligencia Colectiva.
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