Nuestra sociedad presenta una serie de características que afectan a nuestro modo de vivir. El continuo cambio, la multitarea, la falta de tiempo, la sobreinformación (televisión, radio, prensa, internet) y la continua interrupción por las nuevas tecnologías, nos hace tener la atención dispersa, no siendo capaces de vivir el momento presente de forma consciente. A esto hemos de añadir determinados comportamientos, como el hacer cosas continuamente mientras nuestra mente está en la próxima tarea; el no saber escuchar, interrumpiendo a los demás continuamente; ingerir alimentos sin consciencia; romper o derramar cosas por descuido; así como el considerar que los otros no hacen lo que creemos deben hacer. Vamos, por tanto, configurando una vida que se va sobrecargando de estrés, y generando comportamientos inconscientes y automáticos, que nos hace reaccionar en muchas ocasiones de forma impulsiva, lo que va a provocarnos otros problemas.
En la interacción entre la persona y el ambiente se pueden producir una serie de desajustes, entre lo que se le demanda al trabajador en una determinada situación, y las capacidades y recursos que esa persona dispone para enfrentarse a esa demanda, donde, además, el fracaso se percibe con importantes consecuencias.
No obstante, el estrés forma parte de la vida, del hecho de ser humano, es algo inherente a la condición humana, y podemos aprender a gestionar el mismo.
En definitiva, el estrés psicológico está relacionado con la percepción que una persona tenga de un cambio en su vida. Algunas personas responden al estrés como una experiencia de cambio y desarrollo personal. Es probable que una persona aproveche esa presión para ser más eficiente. Sin embargo, otras personas podrían padecer trastornos gastrointestinales o cardiovasculares, o responder a esa presión comiendo demasiado o tomando algún medicamento; o incluso presentar una crisis emocional. Es decir, viven el estrés como una experiencia emocional desadaptativa.
Entre los factores desencadenantes del estrés, provenientes del trabajo, podemos destacar el continuo cambio, la sobrecarga de trabajo, la ambigüedad de roles, las relaciones interpersonales, la falta de participación, responsabilidad, falta de promoción, etc. Junto a estos factores también cuentan características personales, como el perfeccionismo, la ambición, la impaciencia, la rigidez, el nivel de formación, los deseos de logro, las expectativas, etc.
El estrés laboral afecta al desarrollo del trabajo, pues se cometen más errores y, por lo tanto, afecta al rendimiento del trabajador y a la productividad de la empresa. Además, aumenta la probabilidad de accidentes debido a distracciones, descuidos, despistes y falta de atención.
Jon Kabat-Zinn, uno de los pioneros en la introducción del Mindfulness en el mundo occidental, lo define como la capacidad que tenemos de prestar atención, de forma intencionada, en el momento presente, sin juzgar, aceptando la experiencia tal como es, sin intentar cambiar nada.
Mindfulness produce, a medio y largo plazo, cambios permanentes en el funcionamiento cerebral, pero el primer efecto de la práctica de Mindfulness es el desarrollo de la capacidad de concentración de la mente. Conseguimos dirigir la atención al sitio preciso y estabilizarla. El aumento de la concentración trae consigo la serenidad, que nos conduce a calmar la mente, pudiendo comprender y ver la realidad con mayor claridad, y por tanto tener conductas más adecuadas.
Un estudio realizado desde 2012 hasta 2016 conformado por 230 sesiones grupales de diferentes departamentos/áreas de negocio en fábricas y oficinas en todos los centros de trabajo de la empresa Heineken. En total, en todas las sesiones participaron 1579 Empleados, que acudieron a todas las sesiones según el programa planeado e implantado en la Empresa. Posteriormente a estas sesiones se realizó la encuesta FORCEM, para obtener el grado de satisfacción del programa y para poder valorar cómo ha ayudado el programa a los Empleados, se objetivó que el 92,5% considera que el programa les ayuda a adquirir habilidades para aplicar en su puesto de trabajo; el 95% favorece su desarrollo personal, el 96% les ayuda a sentirse mejor en el entorno laboral. Además:
- Con la puesta en marcha de este programa ha habido un incremento del nivel de atención plena en la vida diaria, de las personas que han participado en el programa. Cuando realizan cualquier tipo de labor se centran en la tarea actual y evitan pensamientos de futuro relacionados con el resultado.
- Saben modificar la evaluación inicial de una situación, su actitud no será: “esto es muy difícil, es imposible”, sino la de “voy a intentarlo”. Han aprendido a aceptar los cambios, y a entender la aceptación como el primer paso hacia la acción.
- Gestionan de forma más adecuada el estrés ocasionado por causas laborales. Tienen mayor capacidad para tomar decisiones más conscientes que le capacitan para dar respuestas más adaptativas y evitar reacciones ligadas a la emoción.
- El trabajador tiene mayor bienestar y su rendimiento laboral es superior, así como su implicación en el trabajo. El ambiente laboral es más agradable, se han evitado muchas tensiones.
La gran mayoría de las personas considera que su trabajo supone un detrimento en su bienestar personal, sólo el 8% de los trabajadores considera que su trabajo le proporciona un mayor grado de bienestar en su vida. En Europa occidental solo un 14% de trabajadores se sienten comprometidos con su empresa. Un 66% no se sienten comprometidos, contribuyen con su trabajo, pero sin pasión ni entrega personal; y 20% se sienten activamente no comprometidos, generando por tanto un descontento entre los compañeros y deteriorando el clima laboral.
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